Ramón J. Sender
LA TESIS DE NANCY
Barcelona, 2004,
Magisterio Español-Casals.
“Contestando tus preguntas, te diré que Mrs. Adams
es la de siempre. ¿Sabes qué hizo? Le regaló a mi novio una Biblia en español,
y la misma tarde que se lo regaló, paseando por el parque de Maria Luisa, le
explicaba Mrs. Adams –tú la conoces- la utilidad de leer la Biblia, y decía que
muchas veces estaba sin saber qué determinación tomar cuando abría el libro al
azar y leía la primera línea de la página de la izquierda. Y allí encontraba la
solución.
-Hombre –dijo mi
novio-. Yo tengo ahora más problemas que nunca en mi vida. Si eso es verdad, el
libro vale la pena. Vamos a ver.
Abrió al azar y
encontró en la primera línea las siguientes palabras del capítulo 27 de San
Mateo que se refieren a Judas: <<...Y entonces fue
y se colgó de un árbol y se ahorcó.>> Mi novio palidecía y Mrs. Adams se ruborizaba un poco. Entonces ella
dijo: <<Bueno, eso es una casualidad. Mire en otra
página.>> Y mi novio lo hizo, y en el capítulo de los
Reyes del Antiguo Testamento la primera línea decía: <<Haz tú lo mismo.>>
Mi novio abrió las
manos y dejó caer el libro al suelo. Luego se inclinó a recogerlo y lo devolvió
a Mrs. Adams:
-Vaya, señora –le
dijo-. Parece que ese libro sabe muy bien lo que a mí me conviene, pero tengo
que reflexionar un poco antes de tomar mis determinaciones.” (p. 87)
“Para que
veas cómo entro en la vida del país, el otro día fui a llevarle a un zapatero
remendón que hay en mi barrio un zapato para que me sujetara el tacón que se
había soltado, y estaba con el zapatero un torero. Bueno, no un matador, sino
un banderillero o cosa así. Y discutían de política. El zapatero era partidario
de un régimen muy avanzado y el otro le preguntaba cómo se iba a regir la economía
en ese régimen. El zapatero decía: <<Muy fácil. Yo le hago un par de zapatos al vecino que es sastre y él me
hace a mí una chaqueta. El panadero me trae a mí el pan durante un mes y yo le
remiendo los zapatos de la familia. ¿Comprendes?>>
-Sí; pero en mi caso
–decía el otro- tú sabes cuál es mi oficio, ¿verdad? ¿Tú me haces un par de
zapatos y yo te pongo un par de banderillas?
El zapatero se acaloraba, diciendo que aquello
era hablar de mala fe.” (pp. 94-95)