León Trotsky
MI VIDA
Marxists Internet Archive, dic.
2002; revisada, 2010.
“Tiénese a la infancia por la
época más feliz de la vida. ¿Lo es, realmente? No lo es más que para algunos,
muy pocos. Este mito romántico de la niñez tiene su origen en la literatura
tradicional de los privilegiados. Los que gozaron de una niñez holgada y
radiante en el seno de una familia rica y culta, sin carecer de nada, entre
caricias y juegos, suelen guardar de aquellos tiempos el recuerdo de una
pradera llena de sol que se abriese al comienzo del camino de la vida. Es la
idea perfectamente aristocrática, de la infancia, que encontramos canonizada en
los grandes señores de la literatura o en los plebeyos a ellos enfeudados. Para
la inmensa mayoría de los hombres, si por acaso vuelven los ojos hacia aquellos
años, la niñez es la evocación de una época sombría, llena de hambre y de
sujeción. La vida descarga sus golpes sobre el débil, y nadie más débil que el
niño.
La mía no fue una infancia helada
ni hambrienta. Cuando yo nací, mi familia había conquistado ya el bienestar.
Pero era ese duro bienestar de quienes han salido de la miseria a fuerza de
privaciones y no quieren quedarse a mitad de camino. En aquella casa todos los
músculos estaban tensos, todos los pensamientos enderezados hacia una
preocupación: trabajar y acumular. Ya se comprende que, en tales condiciones,
no quedaba mucho tiempo libre para dedicarlo a los niños. Y si es verdad que no
supimos lo que era la miseria, tampoco conocimos la abundancia ni las caricias
de la vida. Para mí, los años de la niñez no fueron ni la pradera soleada de
los privilegiados ni el infierno adusto, hecho de hambre, violencia y
humillación, que es la infancia para los más. Fue la niñez monótona, incolora,
de las familias modestas de la burguesía, soterrada en una aldea, en un rincón
sombrío del campo, donde la naturaleza es tan rica como mezquina y limitadas
las costumbres, las ideas y los intereses.” (cap. I: Ianovka; p. 6)