William Faulkner
LUZ DE AGOSTOMadrid, 2010, Alfaguara.
"Fue más tarde cuando se dijo: <<Ahora sé que lo que convierte en imbécil a un hombre es su incapacidad para seguir los buenos consejos que se da a sí mismo>>." (p. 240)
"pues una de las más felices facultades de la mente humana es la de poder ignorar lo que la conciencia se niega a asimilar." (p. 301)
"Y vio que se le abría una vida sin complejidad e inevitable como un pasillo desierto. Ahora se sentía completamente libre, sin tener que decidir ni que pensar. Y la carga que asumía y que habría de llevar era tan brillante, tan liviana y tan marcial como el cobre de sus insignias. Una fe sublime e implícita en el valor físico y en la obediencia ciega, en la convicción de que la raza blanca es superior a todas las demás razas, y de que la raza americana es superior a todas las demás razas blancas, y de que el uniforme americano es superior a todos los hombres, y de que lo único que se le exigiría en pago de su creencia, de ese privilegio, sería su propia vida." (p. 393)
"qué falso puede ser el más profundo de todos los libros cuando se pretende aplicarlo a la vida." (p. 419)
"Le parece que siempre ha visto eso: que lo que destruye a la Iglesia no es el esfuerzo de los que tratan a tientas de entrar en ella o salir de ella, sino los profesionales que la controlan y que han quitado las campanas de los campanarios. Le parece ver los campanarios, innumerables, desordenados, vacíos simbólicos, helados, apuntando hacia el cielo, no en señal de éxtasis ni de pasión, sino de abjuración, de amenaza, de maldición. Le parece ver todas las iglesias del mundo como una muralla, como una de esas barricadas de la Edad Media, erizadas de estacas, muertas y puntiagudas; como una muralla alzada contra la verdad y contra esa paz, tan abierta al pecado como al perdón, que es la vida del hombre." (p. 424)