domingo, 23 de febrero de 2020

Bertolt Brecht
VIDA DE GALILEO / MADRE CORAJE Y SUS HIJOS (II)
Madrid, 2007, Alianza Editorial. 
 

“Yo sostengo que el único objetivo de la Ciencia es aliviar las fatigas de la existencia humana. Si los científicos, intimidados por los poderosos egoístas, se contentan con acumular Ciencia por la Ciencia misma, se la mutilará, y que vuestras nuevas máquinas significarán sólo nuevos sufrimientos. Quizá descubráis con el tiempo todo lo que haya que descubrir, pero vuestro progreso será sólo un alejamiento progresivo de la Humanidad. El abismo entre vosotros y ella puede ser un día tan grande que vuestros gritos de júbilo por alguna nueva conquista sean respondidos por un griterío de espanto universal... Como científico tuve una posibilidad excepcional. En mi época, la Astronomía llegó a la plaza pública. En esas condiciones muy especiales, la firmeza de un hombre hubiera podido provocar grandes conmociones. Si yo hubiera resistido, los hombres dedicados a las ciencias naturales hubieran podido desarrollar algo así como el juramento de Hipócrates de los médicos; ¡la promesa de utilizar la Ciencia únicamente en beneficio de la Humanidad! Tal como están las cosas, lo más que se puede esperar es una estirpe de enanos inventores, que podrán alquilarse para todo.” (pp. 123-124)
[La cita pertenece a la obra “VIDA DE GALILEO”.]

sábado, 22 de febrero de 2020


Bertolt Brecht
VIDA DE GALILEO / MADRE CORAJE Y SUS HIJOS (I)
Madrid, 2007, Alianza Editorial.



“GALILEO. ¿Quieres dejar de quedarte ahí como un bacalao, cuando hemos descubierto la verdad?
SAGREDO. No me quedo como un bacalao, sino que tiemblo al pensar que pudiera ser la verdad.
GALILEO. ¿Qué?
SAGREDO. ¿Has perdido el juicio? ¿No sabes realmente a qué te expones si es verdad eso que ves? ¿Y si gritas por todas las plazas que la Tierra es una estrella y no el centro del Universo?
GALILEO. Sí, ¡y no que todo el gigantesco Universo, con todos sus astros, gira en torno a nuestra minúscula Tierra, como piensan todos!
SAGREDO. ¡Es decir, que sólo hay astros!... ¿Y dónde está Dios?
GALILEO. ¿Qué quieres decir?
SAGREDO. ¡Dios! ¿Dónde está Dios?
GALILEO, colérico: ¡Ahí no! ¡Lo mismo que no lo encontrarían en la Tierra si hubiera ahí seres vivientes y los buscaran aquí!
SAGREDO. Y entonces ¿dónde está Dios?
GALILEO. ¿Soy teólogo acaso? Soy matemático.
SAGREDO. Antes que nada eres un ser humano. Y yo te pregunto: ¿dónde está Dios en tu sistema universal?
GALILEO. ¡En nosotros o en ninguna parte!
SAGREDO, gritando : ¿Como decía el que quemaron en la hoguera?
GALILEO. ¡Como decía el que quemaron en la hoguera!
SAGREDO. ¡Por eso lo quemaron! ¡No hace diez años aún!
GALILEO. ¡Porque no pudo demostrar nada! ¡Porque sólo lo afirmó! [...]
SAGREDO. Galilei, siempre te he conocido como hombre astuto. Durante diecisiete años en Padua y tres en Pisa enseñaste pacientemente a cientos de alumnos el sistema tolemaico que la Iglesia predica y que confirman las Escrituras en que descansa la Iglesia. Lo tenías por erróneo, de acuerdo con Copérnico, pero lo enseñabas.
GALILEO. Porque no podía probar nada.
SAGREDO, incrédulo: ¿Y crees que esto cambia las cosas?
GALILEO. ¡Totalmente! ¡Mira, Sagredo! ¡Tengo fe en los hombres, lo que quiere decir que tengo fe en su razón! Sin esa fe no tendría fuerzas para levantarme por las mañanas de la cama.
SAGREDO. Entonces te diré algo: yo no tengo fe en ellos. Cuarenta años entre los hombres me han enseñado continuamente que no son accesibles a la razón. Muéstrales la roja cola de un cometa, infúndeles un miedo absurdo y los verás salir corriendo de sus casas y partirse las piernas. Pero diles algo racional y pruébaselo con siete argumentos, y se burlarán de ti.
GALILEO. Eso es totalmente falso y una calumnia. No comprendo cómo, si crees eso, puedes amar la Ciencia. ¡Sólo a los muertos dejan indiferentes las razones!
SAGREDO. ¿Cómo puedes confundir su lastimosa astucia con la razón?
GALILEO. No hablo de su astucia. Sé que llaman al asno caballo cuando lo venden y al caballo asno cuando lo quieren comprar. Ésa es su astucia. La vieja que, la noche antes del viaje le da con su mano seca un haz de heno al mulo, el navegante, que al comprar provisiones, piensa en la tormenta y la calma chicha, el niño, que se pone la gorra cuando se le demuestra que puede llover, todos ellos son mi esperanza, todos atienden a razones. Sí, tengo fe en la suave violencia de la razón sobre los hombres. A la larga no pueden resistírsele. Nadie puede ver mucho tiempo cómo dejo caer una piedra -deja caer al suelo una piedra de la mano- y digo que no cae. De eso nadie es capaz. La seducción que se desprende de una prueba es demasiado grande. La mayoría se rinde a ella, y a la larga todos. Pensar es uno de los mayores placeres del ser humano.” (pp. 33-35)

[La cita pertenece a la obra “VIDA DE GALILEO”.]

Ian McEwan
LA LEY DEL MENOR
Barcelona, 2015, Anagrama.


“Tenía la impresión, aunque los hechos no lo confirmaron, de que a finales del verano de 2012 las rupturas y los sinsabores de matrimonios y parejas crecieron en Gran Bretaña como una monstruosa marea de primavera que barrió hogares enteros, dispersó posesiones y sueños optimistas y ahogó a los que no tenían un poderoso instinto de supervivencia. Promesas de amor fueron desmentidas o reescritas, compañeros antaño benévolos se convirtieron en taimados contendientes que se agazapaban detrás de un abogado, sin reparar en gastos. Objetos domésticos en otro tiempo menospreciados fueron disputados acerbamente, una confianza antes natural fue sustituida por «arreglos» meticulosamente redactados. En la mente de los protagonistas, la historia del matrimonio fue escrita de nuevo como un estado que siempre había sido un fracaso y el amor pasó a ser un espejismo. ¿Y los hijos? Naipes de un juego, fichas de negociación utilizadas por las madres, sujetos de negligencia económica o emocional por parte de los padres; el pretexto para acusaciones de malos tratos reales, imaginados o cínicamente inventados, normalmente por las madres, en ocasiones por los padres; niños aturdidos que iban y venían cada semana de una casa a otra en virtud de acuerdos entre progenitores, abrigos olvidados en algún sitio o plumieres estentóreamente esgrimidos por un abogado a otro; niños condenados a ver a sus padres una o dos veces al mes; o nunca, ya que los hombres más resueltos desaparecían en la forja de un matrimonio cálido y nuevo para engendrar una nueva prole.
   ¿Y el dinero? Ahora las monedas acuñadas eran verdaderas a medias y a medias puras argucias. Maridos rapaces contra mujeres codiciosas que maniobraban ambos como países al final de una guerra, llevándose de las ruinas los despojos que podían antes de la retirada definitiva. Hombres que ocultaban sus ingresos en cuentas del extranjero; mujeres que reclamaban una vida tranquila para siempre. Madres que impedían a sus hijos que vieran a su padre, a pesar de las órdenes judiciales; maridos que pegaban a su mujer y a sus hijos, esposas que mentían, rencorosas, un cónyuge o el otro, o los dos, borrachos, o drogadictos, o psicóticos; y otra vez niños, forzados a cuidar de padres incompetentes, niños que habían sufrido auténticos abusos, sexuales, mentales o ambos, y cuyo testimonio se transmitía en la pantalla al tribunal. Y más allá del alcance de Fiona, en casos reservados que trascendían a los tribunales de familia y se juzgaban en las vistas penales, niños torturados, o que morían de inanición, o apaleados hasta la muerte, o de los que expulsaban los malos espíritus en el curso de ritos animistas, padrastros jóvenes y monstruosos que les rompían los huesos a bebés que aún caminaban a gatas en presencia de madres dóciles y de cortas luces, y drogas, alcohol, hogares sumidos en una pobreza extrema, vecinos indiferentes que hacían oídos sordos a los gritos, y asistentes sociales negligentes o agobiados que no intervenían.” (pp. 133-134)

Arthur Machen
EL GRAN DIOS PAN Y OTROS RELATOS DE TERROR SOBRENATURAL
Madrid, 1999, Valdemar.


“—¿Cree usted que existen semejantes cosas?
—¡Oh!, sí que lo creo, sí; y me parece que puedo proporcionarle pruebas convincentes sobre ese punto. Me temo que no se haya preocupado usted del estudio de la alquimia. Es una pena, porque, en todo caso, su simbolismo es muy hermoso, y además, si estuviera usted al corriente de ciertos libros sobre el tema, podría recordarle frases susceptibles de explicar buena parte del manuscrito que acaba de leer.
—De acuerdo. Pero me gustaría saber si usted cree seriamente que existe algún fundamento real bajo esas fantasías. ¿No pertenecen todas ellas a la esfera de la poesía? ¿no son un curioso sueño que el hombre se ha consentido a sí mismo?
—Sólo puedo decirle que, sin duda, lo más conveniente para la gran masa de gente es rechazarlas como un sueño. Pero si me pregunta usted lo que de verdad creo, eso es harina de otro costal. No, no diría yo que creo, sino más bien que conozco. Le aseguro que he conocido casos de hombres que han tropezado de forma completamente accidental con algunos de esos «procesos», y se han asombrado de sus consecuencias totalmente inesperadas. En los casos de que hablo no podía haber ninguna posibilidad de «sugestión» o de acto subconsciente de ningún tipo. Igual podría suponerse entonces que un estudiante se «sugestiona» con la existencia de Esquilo cuando empolla mecánicamente las declinaciones griegas.” (p. 172)

[El texto pertenece al relato “EL PUEBLO BLANCO”.]

“»Y hay otra cosa —continuó tras una pausa reflexiva—. Tu idea de un externado es pésima. Los padres no te agradecerían que les permitieras tener a sus chicos en casa mientras son pequeños. Algunos llegan a decir que el principal propósito de los colegios es permitir a los padres una buena excusa para deshacerse de sus hijos. No es ninguna tontería. La mayoría de los padres y madres quieren a sus hijos y les gusta tenerlos en casa: en todo caso cuando son jóvenes. Pero, de un modo u otro, se les ha metido en la cabeza que los profesores desconocidos saben más acerca de cómo educar a un muchacho que su propia gente; y así es. En suma, desecha esa idea tuya.” (p. 177)
[El texto pertenece al relato “UN CHICO LISTO”.]

martes, 11 de febrero de 2020

Hisham Matar
SOLO EN EL MUNDO
Barcelona, 2007, Salamandra.



“¿Qué había fallado en el estadio? ¿Qué había faltado, para que Ustaz Rashid se salvara? Quizá las películas de cowboys, con su lógica de final feliz, me habían convencido de que aquello no podía acabar así. Tal vez la esperanza no la había inventado Dios sino las películas, con la promesa de que, justo en el momento que al héroe le ponen la soga al cuello, de pronto, con autoridad divina, llega una bala no se sabe de dónde y rompe la cuerda. El héroe derriba al hombre que tiene a su lado, y los demás —los «cobardes»— saltan sobre las monturas y huyen al galope montaña arriba. Y en el cine todo el mundo saltaba y gritaba y aplaudía y se abrazaba como en un partido de fútbol. Me resbalaban las lágrimas por la cara, pero no me importaba, porque también en otras caras, y caras de hombres mayores, relucían las lágrimas. Recordaba la dicha de esos momentos, cuando parecía que el pecho se me ensanchaba de alegría. ¿Dónde estaban los héroes, las balas, la muchedumbre que huía, los finales felices que nos hacían salir de la oscura sala del cine con las mejillas sonrosadas de felicidad, dándonos palmadas en la espalda, felicitándonos del triunfo de nuestro héroe, de que Dios no lo hubiera abandonado en su hora de necesidad, de que el mundo marchara tal como nosotros esperábamos, sin dudar? En el estadio había faltado algo, algo en lo que ya no se podía seguir confiando. Aparte de hacerme perder la confianza en el proverbio «a la buena gente le pasan cosas buenas», la ejecución televisada de Ustaz Rashid dejó en mí otra impresión más honda, que me acompañaría hasta la edad adulta: un pánico sordo, como si de un momento a otro alguien pudiera arrancarme la alfombra de debajo de los pies. Después de la muerte de Ustaz Rashid, dejé de forjarme la ilusión de que yo, baba o mamá fuéramos inmunes al fuego de la locura que se había apoderado del Estadio Nacional de Baloncesto.” (pp. 203-204)
[El autor se refiere a las ejecuciones, públicas y televisadas, de los disidentes libios ordenadas por Gadafi durante la década de los años setenta del siglo pasado.]

Manuel Danvila y Collado
REINADO DE CARLOS III
Madrid, 1894, El Progreso Editorial.
Biblioteca Digital Hispánica



“«Proclamacion que hizo la villa de Nijar el dia 13 de Septiembre de 59 (situada 5 leguas de Almería) á donde remitieron testimonio —Haviendo llegado á noticia de los Sres. Alcaldes de que el inmediato sucesor á la corona de España era el Sr. D. Carlos 3.° deseosos de manifestar el grande amor, que como fieles vasallos le tributaban dispusieron en su Ayuntamiento de común acuerdo, se combocase en la Plaza pública de dicha villa á todos los vecinos y por no sufrir dilación semejante acto, no procuraron de mas Theatro, ni Tablado, que el dividir en circulo toda la gente, y en medio de él, uno de los Alcaldes haciendo de Alferez mayor el que levantando la voz, y enseñando la cruz de la vara dijo: ¿Creéis por esta, que Dios es Dios? ¿Y creéis, que Carlos 3.° que es hermano de nuestro difunto Rey, el que está en Italia es nuestro Monarcha? A lo que respondieron todos: Sí creemos; y repitiendo este acto por tres veces, á la última hicieron una gran salba de Mosquetería, y repique de campanas. Después mandaron traer de beber á todo aquel gran concurso, el que consumió 77 arrobas de Vino, y quatro pellejos de Aguardiente cuyos espíritus los calentó de tal forma que con repetidos vítores se encaminaron al posito, desde cuyas ventanas arrojaron el trigo que en él había, y 900 reales de sus Arcas. De allí pasaron al Estanco del Tabaco y mandaron tirar el dinero de la Mesada, y el tabaco. En las tiendas practicaron lo propio mandando derramar, para mas authorizar la función quantos géneros líquidos y comestibles havía en ellas. El Estado eclesiástico concurrió con igual eficacia, pues á voces indugeron á las Mugeres tiraran quanto havia en sus casas, lo que egecutaron con el mayor desinteres, pues no les quedó en ellas, pan, trigo, harina, zebada, platos, cazuelas, almireces, morteros, ni sillas, quedando dicha villa destruida, y con tal excelencia los naturales, que en diciéndoles, ¿creéis por esta que Dios es Dios? prorrumpen en mil desatinos». (Ms. del Sr. Sánchez Toca, citado).” (Tomo-II; pp. 10-11; nota 2)
[Las cursivas pertenecen al texto.]

C. G. Jung
SINCRONICIDAD (II)
Málaga,1988, Sirio.



"Por eso, debemos escudriñar en los rincones más recónditos y armarnos de valor para superar los prejuicios de nuestra época, si queremos ampliar las bases de la naturaleza de nuestro entendimiento. Cuando Galileo descubrió las lunas de Júpiter con su telescopio, inmediatamente entró en colisión frontal con los prejuicios de sus doctos contemporáneos. Nadie sabía lo que era un telescopio ni para qué servía. Nadie había hablado antes de las lunas de Júpiter. Naturalmente, todas las épocas piensan que las anteriores tenían prejuicicos. Hoy lo pensamos más que nunca, y estamos tan equivocados como todas las épocas que lo creyeron así. ¿Cuántas veces hemos visto condenada la verdad! Es triste, pero por desgracia cierto, que el hombre no aprende nada de su historia. Este melancólico hecho, nos causará las más grandes dificultades tan pronto como nos pongamos a recopilar material empírico que arroje una pequeña luz sobre este oscuro tema, pues podemos estar bastante seguros de hallarla donde las autoridades nos han asegurado que no hay nada que encontrar." (p. 45)

“Es la creencia profundamente arraigada en el poder soberano de la causalidad lo que plantea dificultades intelectuales y hace que parezca impensable que puedan existir sucesos sin causa o que puedan producirse alguna vez.” (p. 136)


Susan Sontag
ANTE EL DOLOR DE LOS DEMÁS (II)
Madrid, 2003, Alfaguara.


“En el centro de las esperanzas y de la sensibilidad ética modernas está la convicción deque la guerra, aunque inevitable, es una aberración. De que la paz, si bien inalcanzable, es la norma. Desde luego, no es así como se ha considerado la guerra a lo largo de la historia. La guerra ha sido la norma, y la paz, la excepción.” (p. 87)

“La historiadora alemana Barbara Duden ha recordado que cuando impartía clase sobre la historia de la representación corporal en una gran universidad estatal de Estados Unidos hace algunos años, ni uno solo de sus veinte alumnos logró identificar el tema de ninguna de las pinturas canónicas de la Flagelación que les mostraba en diapositivas. («Creo que es una imagen religiosa», aventuró alguno). Sólo podía confiar en que la única imagen canónica de Jesús que la mayoría de los estudiantes sería capaz de identificar era la Crucifixión.” (p. 94)

“En la actualidad los pueblos que han sido víctimas quieren un museo de la memoria, un templo que albergue una narración completa, organizada cronológicamente e ilustrada de sus sufrimientos. Los armenios, por ejemplo, han reclamado durante mucho tiempo un museo en Washington que dé carácter institucional a la memoria del genocidio del pueblo armenio que perpetraron los turcos otomanos. Pero ¿por qué aún no existe, en la capital de la nación, que es una ciudad de abrumadora mayoría afroamericana, un Museo de la Historia de la Esclavitud? En efecto, no hay un Museo de la Historia de la Esclavitud —toda la historia, desde el comercio de esclavos en la propia África— en ningún sitio de Estados Unidos. Al parecer es un recuerdo cuya activación y creación son demasiado peligrosas para la estabilidad social. El Museo Conmemorativo del Holocausto y el previsto Museo y Monumento al Genocidio Armenio están dedicados a lo que no sucedió en Estados Unidos, así, la obra de la memoria no corre el riesgo de concitar una resentida población nacional contra la autoridad. Contar con un museo que haga la crónica del colosal crimen de la esclavitud africana en Estados Unidos de América sería reconocer que el mal se encontraba aquí. Los estadounidenses prefieren imaginar el mal que se encontraba allá, y del cual Estados Unidos —una nación única, sin dirigentes de probada malevolencia a lo largo de su historia— está exento. Que este país, como cualquier otro, tiene un pasado trágico no se aviene bien con la convicción fundadora, y aún todopoderosa, del carácter excepcional de Estados Unidos. El consenso nacional sobre la historia estadounidense, según el cual es una historia de progreso, constituye un nuevo marco para fotografías dolorosas: centra nuestra atención en los agravios, tanto aquí como en otros lugares, para los que Estados Unidos se tiene por solución o remedio.” (pp. 101-103)

[Las cursivas pertenecen al texto.]
C. G. Jung
SINCRONICIDAD (I)
Málaga,1988, Sirio.



“En la concepción original del mundo que tenía el hombre, tal y como la encontramos en los pueblos primitivos, el espacio y el tiempo tienen una existencia precaria. Se convirtieron en conceptos «fijos» solamente en el transcurso de su evolución mental, gracias en gran parte a la introducción del sistema de medidas. El espacio y el tiempo, en sí mismos, no son nada. Son conceptos objetivados nacidos de la actividad analítica de la mente consciente y constituyen las coordenadas indispensables para la descripción de los cuerpos en movimiento. Son, por tanto, esencialmente físicos en su origen, razón por la que Kant, se vio probablemente impulsado a considerarlos como categorías a priori. Pero si el espacio y el tiempo no son más que propiedades aparentes de los cuerpos en movimiento y están creados por las necesidades intelectuales del observador, su relativización mediante las condiciones psíquicas deja de ser algo asombroso para entrar en los límites de la posibilidad. Esta posibilidad se presenta a sí misma cuando la psiquis observa no a cuerpos externos, sino a sí misma.” (pp. 28-29)
[Las cursivas pertenecen al texto.]

"Los arquetipos, son factores formales responsables de la organización de los procesos psíquicos inconscientes: son «modelos de comportamiento». Al mismo tiempo, cuentan con una «carga específica» y desarrollan efectos misteriosos que se expresan en ellos mismos como sentimientos. El sentimiento produce un descenso parcial del nivel mental, pues aunque eleva un contenido determinado a un grado supranormal de luminosidad, lo hace restando la misma energía a otros posibles contenidos de consciencia que se vuelven oscuros y en ocasiones inconscientes. Debido a la reducción de consciencia causada por el sentimiento durante todo el tiempo que dura, se produce un descenso de control que, a su vez, proporciona al inconsciente una oportunidad de ocupar el espacio que queda vacío. De esta forma nos encontramos con que los contenidos inconscientes inesperados o inhibidos se abren paso y encuentran expresión en el sentimiento." (p. 29)
[Las cursivas pertenecen al texto.]
Susan Sontag
ANTE EL DOLOR DE LOS DEMÁS (I)
Madrid, 2003, Alfaguara.



“Para los que están seguros de que lo correcto está de un lado, la opresión y la injusticia del otro, y de que la guerra debe seguir, lo que importa precisamente es quién muere y a manos de quién. Para un judío israelí, la fotografía de un niño destrozado en el atentado de la pizzería Sbarro en el centro de Jerusalén, es en primer lugar la fotografía de un niño judío que ha sido asesinado por un kamikaze palestino. Para un palestino, la fotografía de un niño destrozado por la bala de un tanque en Gaza es sobre todo la fotografía de un niño palestino que ha sido asesinado por la artillería israelí. Para los militantes la identidad lo es todo. Y todas las fotografías esperan su explicación o falsificación según el pie. Durante los combates entre serbios y croatas al comienzo de las recientes guerras balcánicas, las mismas fotografías de niños muertos en el bombardeo de un poblado pasaron de mano en mano tanto en las reuniones propagandísticas serbias como en las croatas. Altérese el pie y la muerte de los niños puede usarse una y otra vez.” (pp. 18-19)

“Ser espectador de calamidades que tienen lugar en otro país es una experiencia intrínseca de la modernidad, la ofrenda acumulativa de más de siglo y medio de actividad de esos turistas especializados y profesionales llamados periodistas. Las guerras son ahora también las vistas y sonidos de las salas de estar. La información de lo que está sucediendo en otra parte, llamada «noticias», destaca los conflictos y la violencia —«si hay sangre, va en cabeza», reza la vetusta directriz de la prensa sensacionalista y de los programas de noticias que emiten titulares las veinticuatro horas— a los que se responde con indignación, compasión, excitación o aprobación, mientras cada miseria se exhibe ante la vista.” (p. 27)

“La fotografía es la única de las artes importantes en la cual la formación profesional y los años de experiencia no confieren una ventaja insuperable sobre los no formados e inexpertos: por muchas razones, entre ellas la importante función que desempeña el azar (o la suerte) al hacer las fotos, y la inclinación por lo espontáneo, lo tosco, lo imperfecto. (No hay un campo de juego de comparable uniformidad en la literatura, en la cual virtualmente nada se debe al azar o a la suerte y en la que el refinamiento del lenguaje en general no incurre en falta; o en las artes escénicas, en las cuales los logros genuinos son inalcanzables sin una exhaustiva formación y práctica diaria; o en la cinematografía, la cual no se guía de modo significativo por los prejuicios antiartísticos de casi toda la fotografía artística contemporánea.” (pp. 38-39)

domingo, 2 de febrero de 2020


Cristóbal Colón
TEXTOS Y DOCUMENTOS COMPLETOS (III)
Madrid, 1982, Alianza Editorial.



“Yo siempre leí qu’el mundo, tierra e agua era espérico e las auctoridades y esperiençias que Ptolomeo y todos los otros qu’escrivieron d’este sitio davan e amostraban para ello, así por eclipses de la luna y otras demostraçiones que hazen de Oriente fasta Ocçidente como de la elevaçión del polo Septentrión en Austro. Agora vi tanta disformidad como ya dixe; y por esto me puse a tener esto del mundo, y fallé que no era redondo en la forma qu’escriven, salvo qu’es de la forma de una pera que sea toda muy redonda, salvo allí donde tiene el peçón que allí tiene más alto, o como quien tiene una pelota muy redonda y en lugar d’ella fuesse como una teta de muger allí puesta, y qu’esta parte d’este peçón sea la más alta e más propinca al cielo, y sea debaxo la línea equinoçial, y en esta mar Ocçeana, el fin del Oriente (llamo yo fin de Oriente adonde acaba toda la tierra e islas).” (p. 215; “Relación del Tercer Viaje”, de 1498.) 
 
"Ya dixe lo que yo hallava d'este hemisperio y de la hechura, y creo que si yo passara por debaxo de la linea equinoçial, que en llegando allí en esto más alto, que fallara muy mayor temperançia y diversidad en las estrellas y en las aguas, no porque yo crea que allí, adonde es el altura del estremo, sea navegable, ni (a)gua, ni que se pueda subir allá; porque creo que allí es el Paraíso terrenal, adonde no puede llegar nadie salvo por voluntad divina. 
(...) 
Grandes indiçios son estos del Paraíso Terrenal, porqu'el sitio es conforme a la opinión d'estos sanctos e sacros theólogos. Y asimismo las señales son muy conformes, que yo jamás leí ni oí que tanta cantidad de agua dulçe fuese así adentro e vezina con la salda; y en ello ayuda asimismo la suavíssima temperançia. Y si de allí del Paraíso no sale, pareçe aún mayor maravilla, porque no creo que se sepa en el mundo de río tan grande y tan fondo.” (p. 218; “Relación del Tercer Viaje”, de 1498.) 
 
 “Sus Altezas, agora que son descobiertas las Indias y pasado el peligro, fizieron merced a algunas personas que fuesen a tratar en ellas, y que fuese suyo de seis parte(s) las cinco y la sexta parte quedase para Sus Altezas, y más le dieron gobernación de las tierras. Recibe el Almirante en ello grande agravio. 
(…) 
Sus Altezas dan a Hojeda y a Vicente Eañes y a otros de seis partes de lo que ovieren en las Indias las cinco, y la governación de las tierras. Grande diferencia va en esto que agora, que las Indias están descobiertas y navegadas y pasado los perigos, a cuando fue el Almirante a las descobrir, de que dezía todo el mundo que era burla y emposible, y no le dieron salvo la tercera parte y el diezmo, que por el ochavo fue como compañía.” (p. 274; capítulo LIII: “Memorial de agravios”, de 1501.)


Stephen King
REVIVAL (II)
Barcelona, 2015, Penguin Random House.



“—Debe usted sentarse, reverendo. Está fuera de sí.
  El reverendo Jacobs no se sentó.
  —¿Y qué recibimos a cambio de nuestra fe? ¿De los siglos durante los que hemos entregado a tal o cual iglesia nuestra sangre y nuestros tesoros? La certeza de que nos espera el cielo al final del camino y, cuando lleguemos allí, se nos explicará el desenlace del chiste y diremos: «¡Ah, sí! Ahora lo pillo». Esa es la gran recompensa. Nos lo inculcan desde nuestros primeros días: ¡cielo, cielo, cielo! ¡Allí veremos a los hijos que hemos perdido, allí nuestras queridas madres nos estrecharán entre sus brazos! Esa es la zanahoria. ¡El palo con el que nos pegan es el infierno, el infierno, el infierno! Un Sheol de condenación y tormento eternos. Decimos a niños tan pequeños como mi querido hijo perdido que se arriesgan al fuego eterno si roban un caramelo o mienten acerca de cómo se han mojado los zapatos nuevos.
  »No existen pruebas de estos destinos después de la vida, ninguna base científica, sino solo la fe desnuda, unida a nuestra intensa necesidad de creer que todo tiene sentido. Pero cuando estuve en la sala del fondo de la Funeraria Peabody y contemplé los restos destrozados de mi hijo, que quería ir a Disneylandia mucho más que ir al cielo, tuve una revelación. La religión es el equivalente teológico de los seguros fraudulentos, en los que uno paga la prima un año tras otro, y un día, cuando necesita las prestaciones por las que ha pagado tan… y perdón por el juego de palabras… religiosamente, descubre que la compañía que ha aceptado su dinero en realidad no existe.” (pp. 82-83)
[Las cursivas pertenecen al texto.]

“«La música importa —me dijo una vez—. La literatura popular cae en el olvido, las series de televisión caen en el olvido, y a ver si eres capaz de decirme qué películas viste en el cine hace dos años. En cambio la música perdura, incluso la música pop. Sobre todo la música pop. Por más que desprecies Raindrops Keep Fallin’ On My Head, la gente seguirá escuchando esa bobada de mierda dentro de cincuenta años».” (p. 199)

“Así es como nos labramos la condenación: desoyendo la voz que nos ruega que nos detengamos. Que nos detengamos cuando todavía estamos a tiempo.” (p. 382)
Cristóbal Colón
TEXTOS Y DOCUMENTOS COMPLETOS (II)
Madrid, 1982, Alianza Editorial.



“No salió d'este puerto por no hazer terral con que saliese. Quisiera salir por ir a otro mejor puerto, porque aquel era algo descubierto, y porque quería ver en qué paraba la conjunción de la luna con el sol, qu'esperava a 17 d'este mes, y la opposición d'ella con Júpiter y conjunçión con Mercurio y el sol en oppósito con Júpiter, que es causa de grandes vientos.” (p. 114; “Diario del Primer Viaje”, de 1492.)

“En todas estas islas me parece que todos los ombres sean contentos con una muger, y a su maioral o Rey dan fasta veinte. Las mugeres me parece que trabaxan más que los ombres. Ni he podido entender si tienen bienes propios, que me pareció ver que aquello que uno tenía todos hazían parte, en especial de las cosas comederas. 
   En estas islas fasta aquí no he hallado ombres mostrudos, como muchos pensavan, más antes es toda gente de muy lindo acatamiento, ni son negros como en Guinea, salvo con sus cabellos corredíos, y no se crían adonde ay speto demasiado de los rayos solares; es verdad qu'el sol tiene allí gran fuerça, puesto que es distinta de la liña inquinocial veinte e seis grados. En estas islas, adonde ay montañas grandes, ai tenía [a] fuerça el frío este ivierno, más ellos lo sufren así por la costumbre que con la ayuda de las viandas comen con especias muchas y muy calientes en demasía. Así que mostruos no he hallado ni noticia, salvo de una isla que es Carib, la segunda a la entrada de las Indias, que es poblada de una iente que tienen en todas las islas por muy ferozes, los cualles comen carne umana. Estos tienen muchas canuas, con las cuales corren todas las islas de India, roban y toman cuanto pueden. Ellos no son más disformes que los otros, salvo que tienen en costumbre de traer los cabellos largos como mugeres, y usan arcos y flechas de las mismas armas de cañas con un palillo al cabo por defecto de fierro que no tienen.” (pp. 144-145; “Carta a Santangel”, de 1493.)
Stephen King
REVIVAL (I)
Barcelona, 2015, Penguin Random House.



“Al menos en un sentido nuestras vidas son ciertamente como las películas. El elenco principal se compone de la familia y los amigos. Los actores secundarios son los vecinos, los compañeros de trabajo, los profesores y los conocidos. Están también los papeles de reparto: esa cajera del supermercado de sonrisa bonita, el camarero cordial del barucho del barrio, los otros socios del gimnasio junto a los que hacemos ejercicio tres días por semana. Y hay miles de figurantes, todas esas personas que pasan por nuestra vida como agua por un cedazo, personas a quienes vemos una sola vez y nunca más. El adolescente que hojea novelas gráficas en Barnes & Noble, ese al que rozamos al pasar (susurrando «Disculpa») de camino hacia las revistas. La mujer detenida en el carril contiguo ante el semáforo, que aprovecha el momento para retocarse con el pintalabios. La madre que limpia la cara a su hijo de corta edad, manchado de helado, en un restaurante de carretera donde hemos parado a comer algo. El vendedor ambulante al que compramos una bolsa de cacahuetes en un partido de béisbol.
  Pero a veces entra en nuestra vida una persona que no encaja en ninguna de esas categorías. Es el comodín que nos sale muy de vez en cuando en una partida de naipes, a menudo en momentos críticos. En el cine se conoce a esta clase de personaje como el quinto en discordia, o agente del cambio. Cuando este elemento aparece en una película, sabemos que está ahí porque lo ha puesto el guionista. Pero ¿quién escribe el guión de nuestras vidas? ¿El destino o el azar? Quiero creer que es este último. Quiero creerlo con toda mi alma.” (pp. 11-12)
Cristóbal Colón
TEXTOS Y DOCUMENTOS COMPLETOS (I)
Madrid, 1982, Alianza Editorial.


 
“así que, después de aver echado fuera todos los judíos de todos vuestros reinos y señoríos en el mismo mes de Enero, mandaron Vuestras Altezas a mí que con armada suffiçiente me fuese a las dichas partidas de India, y para ello me hizieron grandes mercedes y me anobleçieron que dende en adelante yo me llamase Don y fuesse Almirante Mayor de la Mar Occéana y Visorey e Governador perpetuo de todas las islas y tierra firme que yo descubriese y ganasse, y de aquí en adelante se descubriesen y ganasen en la mar Occéana, y así sucediese mi hijo mayor, y él así de grado en grado para siempre jamás.” (p. 16; “Diario del Primer Viaje”, de 1492.)

“Aquí es unas grandes lagunas, y sobre ellas y a la rueda es el arboledo en maravilla, y aquí y en toda la isla son todos verdes y las yervas como en el Abril en el Andaluzía y el cantar de los paxaritos que parece qu'el hombre nunca se querría partir de aquí, y las manadas de los papagayos que ascureçen el sol, y aves y paxaritos de tantas maneras y tan diversas de las nuestras que es maravilla. Y después ha árboles de mill maneras y todos de su manera fruto, y todos güelen qu'es maravilla, que yo estoy el más penado del mundo de no los cognosçer, porque soy bien cierto que todos son cosa de valía y d'ellos traigo la demuestra, y asimismo de las yervas.” (p. 41; “Diario del Primer Viaje”, de 1492.)