Arthur Machen
EL GRAN DIOS PAN Y OTROS RELATOS DE TERROR SOBRENATURAL
Madrid, 1999, Valdemar.
“—¿Cree usted que existen semejantes cosas?
—¡Oh!, sí que lo creo, sí; y me parece que puedo proporcionarle pruebas convincentes sobre ese punto. Me temo que no se haya preocupado usted del estudio de la alquimia. Es una pena, porque, en todo caso, su simbolismo es muy hermoso, y además, si estuviera usted al corriente de ciertos libros sobre el tema, podría recordarle frases susceptibles de explicar buena parte del manuscrito que acaba de leer.
—De acuerdo. Pero me gustaría saber si usted cree seriamente que existe algún fundamento real bajo esas fantasías. ¿No pertenecen todas ellas a la esfera de la poesía? ¿no son un curioso sueño que el hombre se ha consentido a sí mismo?
—Sólo puedo decirle que, sin duda, lo más conveniente para la gran masa de gente es rechazarlas como un sueño. Pero si me pregunta usted lo que de verdad creo, eso es harina de otro costal. No, no diría yo que creo, sino más bien que conozco. Le aseguro que he conocido casos de hombres que han tropezado de forma completamente accidental con algunos de esos «procesos», y se han asombrado de sus consecuencias totalmente inesperadas. En los casos de que hablo no podía haber ninguna posibilidad de «sugestión» o de acto subconsciente de ningún tipo. Igual podría suponerse entonces que un estudiante se «sugestiona» con la existencia de Esquilo cuando empolla mecánicamente las declinaciones griegas.” (p. 172)
[El texto pertenece al relato “EL PUEBLO BLANCO”.]
“»Y hay otra cosa —continuó tras una pausa reflexiva—. Tu idea de un externado es pésima. Los padres no te agradecerían que les permitieras tener a sus chicos en casa mientras son pequeños. Algunos llegan a decir que el principal propósito de los colegios es permitir a los padres una buena excusa para deshacerse de sus hijos. No es ninguna tontería. La mayoría de los padres y madres quieren a sus hijos y les gusta tenerlos en casa: en todo caso cuando son jóvenes. Pero, de un modo u otro, se les ha metido en la cabeza que los profesores desconocidos saben más acerca de cómo educar a un muchacho que su propia gente; y así es. En suma, desecha esa idea tuya.” (p. 177)
[El texto pertenece al relato “UN CHICO LISTO”.]
EL GRAN DIOS PAN Y OTROS RELATOS DE TERROR SOBRENATURAL
Madrid, 1999, Valdemar.
“—¿Cree usted que existen semejantes cosas?
—¡Oh!, sí que lo creo, sí; y me parece que puedo proporcionarle pruebas convincentes sobre ese punto. Me temo que no se haya preocupado usted del estudio de la alquimia. Es una pena, porque, en todo caso, su simbolismo es muy hermoso, y además, si estuviera usted al corriente de ciertos libros sobre el tema, podría recordarle frases susceptibles de explicar buena parte del manuscrito que acaba de leer.
—De acuerdo. Pero me gustaría saber si usted cree seriamente que existe algún fundamento real bajo esas fantasías. ¿No pertenecen todas ellas a la esfera de la poesía? ¿no son un curioso sueño que el hombre se ha consentido a sí mismo?
—Sólo puedo decirle que, sin duda, lo más conveniente para la gran masa de gente es rechazarlas como un sueño. Pero si me pregunta usted lo que de verdad creo, eso es harina de otro costal. No, no diría yo que creo, sino más bien que conozco. Le aseguro que he conocido casos de hombres que han tropezado de forma completamente accidental con algunos de esos «procesos», y se han asombrado de sus consecuencias totalmente inesperadas. En los casos de que hablo no podía haber ninguna posibilidad de «sugestión» o de acto subconsciente de ningún tipo. Igual podría suponerse entonces que un estudiante se «sugestiona» con la existencia de Esquilo cuando empolla mecánicamente las declinaciones griegas.” (p. 172)
[El texto pertenece al relato “EL PUEBLO BLANCO”.]
“»Y hay otra cosa —continuó tras una pausa reflexiva—. Tu idea de un externado es pésima. Los padres no te agradecerían que les permitieras tener a sus chicos en casa mientras son pequeños. Algunos llegan a decir que el principal propósito de los colegios es permitir a los padres una buena excusa para deshacerse de sus hijos. No es ninguna tontería. La mayoría de los padres y madres quieren a sus hijos y les gusta tenerlos en casa: en todo caso cuando son jóvenes. Pero, de un modo u otro, se les ha metido en la cabeza que los profesores desconocidos saben más acerca de cómo educar a un muchacho que su propia gente; y así es. En suma, desecha esa idea tuya.” (p. 177)
[El texto pertenece al relato “UN CHICO LISTO”.]