martes, 11 de febrero de 2020

Hisham Matar
SOLO EN EL MUNDO
Barcelona, 2007, Salamandra.



“¿Qué había fallado en el estadio? ¿Qué había faltado, para que Ustaz Rashid se salvara? Quizá las películas de cowboys, con su lógica de final feliz, me habían convencido de que aquello no podía acabar así. Tal vez la esperanza no la había inventado Dios sino las películas, con la promesa de que, justo en el momento que al héroe le ponen la soga al cuello, de pronto, con autoridad divina, llega una bala no se sabe de dónde y rompe la cuerda. El héroe derriba al hombre que tiene a su lado, y los demás —los «cobardes»— saltan sobre las monturas y huyen al galope montaña arriba. Y en el cine todo el mundo saltaba y gritaba y aplaudía y se abrazaba como en un partido de fútbol. Me resbalaban las lágrimas por la cara, pero no me importaba, porque también en otras caras, y caras de hombres mayores, relucían las lágrimas. Recordaba la dicha de esos momentos, cuando parecía que el pecho se me ensanchaba de alegría. ¿Dónde estaban los héroes, las balas, la muchedumbre que huía, los finales felices que nos hacían salir de la oscura sala del cine con las mejillas sonrosadas de felicidad, dándonos palmadas en la espalda, felicitándonos del triunfo de nuestro héroe, de que Dios no lo hubiera abandonado en su hora de necesidad, de que el mundo marchara tal como nosotros esperábamos, sin dudar? En el estadio había faltado algo, algo en lo que ya no se podía seguir confiando. Aparte de hacerme perder la confianza en el proverbio «a la buena gente le pasan cosas buenas», la ejecución televisada de Ustaz Rashid dejó en mí otra impresión más honda, que me acompañaría hasta la edad adulta: un pánico sordo, como si de un momento a otro alguien pudiera arrancarme la alfombra de debajo de los pies. Después de la muerte de Ustaz Rashid, dejé de forjarme la ilusión de que yo, baba o mamá fuéramos inmunes al fuego de la locura que se había apoderado del Estadio Nacional de Baloncesto.” (pp. 203-204)
[El autor se refiere a las ejecuciones, públicas y televisadas, de los disidentes libios ordenadas por Gadafi durante la década de los años setenta del siglo pasado.]