Henry Kamen
BREVÍSIMA HISTORIA DE ESPAÑA (IV)
Barcelona, 2014, Espasa.
“El primer gran problema del reinado fue el de la sucesión. Su único heredero, don Carlos, mostró ya desde la infancia síntomas de inestabilidad mental, y el rey se vio obligado a excluirlo de los asuntos de Estado y de todo puesto de autoridad. El extraño carácter del príncipe era ya por entonces tema de comentarios en todas las cortes europeas. Os embajadores traían hasta ellas espeluznantes historias de su presunta crueldad con los animales y de su curioso temperamento. A comienzos de 1561, el príncipe sufrió un grave accidente al caer por unas escaleras y entró en coma. Su muerte parecía inminente. Se recuperó de aquello, pero su salud siguió siendo mala; pasaba por periodos intermitentes de indisposición. Los estrambóticos rasgos de su comportamiento fueron la comidilla de la corte y un motivo de honda preocupación para el rey. Pero los aspectos más graves de la conducta de don Carlos fueron los relacionados con su faceta política. […] En navidades de 1567, el rey anduvo en consultas con sus consejeros. A medianoche del 18 de enero, convocó a los cuatro miembros en activo del Consejo de Estado y se dirigió con ellos y cuatro ayudantes a los aposentos del príncipe. Entraron en silencio en su cámara y se apoderaron de todas las armas y documentos que había en la estancia. El príncipe se revolvió en su lecho y preguntó, con voz somnolienta: «¿Quién es?». Le respondieron: «El Consejo de Estado». Don Carlos se incorporó y vio a su padre, vestido de armadura. «¿Vuestra Majestad ha venido a matarme?», le preguntó. Felipe lo tranquilizó y le dijo que a partir de ese momento iba a tratarlo no como padre, sino como rey. Se retiraron entonces los consejeros y el monarca, y el príncipe fue conducido a una torre del Alcázar, donde permanecería encerrado a partir de ese momento baja la vigilancia de una guardia permanente de dos hombres.
Durante su reclusión, la conducta de don Carlos no hizo más que empeorar. Trató de poner fin a su vida negándose a comer durante semanas. Luego, se tragó uno de sus anillos, convencido de que los diamantes son venenosos. Al acercarse el verano, don Carlos comenzó a someter intencionadamente su cuerpo a cambios extremos de temperatura cubriendo su lecho con hielo. Todo aquello tuvo consecuencias. Cayó enfermo y falleció en la madrugada del 24 de julio, a los veintitrés años de edad.” (pp. 117-119)
[Carlos de Austria (1545-1568) fue hijo primogénito de Felipe II y de su primera esposa, María Manuela de Portugal.]
BREVÍSIMA HISTORIA DE ESPAÑA (IV)
Barcelona, 2014, Espasa.
“El primer gran problema del reinado fue el de la sucesión. Su único heredero, don Carlos, mostró ya desde la infancia síntomas de inestabilidad mental, y el rey se vio obligado a excluirlo de los asuntos de Estado y de todo puesto de autoridad. El extraño carácter del príncipe era ya por entonces tema de comentarios en todas las cortes europeas. Os embajadores traían hasta ellas espeluznantes historias de su presunta crueldad con los animales y de su curioso temperamento. A comienzos de 1561, el príncipe sufrió un grave accidente al caer por unas escaleras y entró en coma. Su muerte parecía inminente. Se recuperó de aquello, pero su salud siguió siendo mala; pasaba por periodos intermitentes de indisposición. Los estrambóticos rasgos de su comportamiento fueron la comidilla de la corte y un motivo de honda preocupación para el rey. Pero los aspectos más graves de la conducta de don Carlos fueron los relacionados con su faceta política. […] En navidades de 1567, el rey anduvo en consultas con sus consejeros. A medianoche del 18 de enero, convocó a los cuatro miembros en activo del Consejo de Estado y se dirigió con ellos y cuatro ayudantes a los aposentos del príncipe. Entraron en silencio en su cámara y se apoderaron de todas las armas y documentos que había en la estancia. El príncipe se revolvió en su lecho y preguntó, con voz somnolienta: «¿Quién es?». Le respondieron: «El Consejo de Estado». Don Carlos se incorporó y vio a su padre, vestido de armadura. «¿Vuestra Majestad ha venido a matarme?», le preguntó. Felipe lo tranquilizó y le dijo que a partir de ese momento iba a tratarlo no como padre, sino como rey. Se retiraron entonces los consejeros y el monarca, y el príncipe fue conducido a una torre del Alcázar, donde permanecería encerrado a partir de ese momento baja la vigilancia de una guardia permanente de dos hombres.
Durante su reclusión, la conducta de don Carlos no hizo más que empeorar. Trató de poner fin a su vida negándose a comer durante semanas. Luego, se tragó uno de sus anillos, convencido de que los diamantes son venenosos. Al acercarse el verano, don Carlos comenzó a someter intencionadamente su cuerpo a cambios extremos de temperatura cubriendo su lecho con hielo. Todo aquello tuvo consecuencias. Cayó enfermo y falleció en la madrugada del 24 de julio, a los veintitrés años de edad.” (pp. 117-119)
[Carlos de Austria (1545-1568) fue hijo primogénito de Felipe II y de su primera esposa, María Manuela de Portugal.]