Mark Twain
EL FORASTERO MISTERIOSO (I)
Madrid, 2016, Alianza Editorial.
“No ganáis nada; siempre termináis donde habíais empezado. Durante un millón de años la raza ha seguido reproduciéndose monótonamente, multiplicando monótonamente, y una y otra vez también monótonamente ha representado esta tontería aburrida. ¿Con qué fin? ¡Ninguna sabiduría puede adivinarlo! ¿Quién se beneficia de ello? Nadie, salvo un grupito de pequeños monarcas usurpadores y nobles que os desprecian; que se sentirían contaminados si los tocarais; que os cerrarían la puerta en las narices si os atreviérais a visitarlos; para quienes trabajáis como esclavos y para quienes lucháis y morís y no sentís vergüenza sino orgullo; cuya existencia es un insulto perpetuo a vosotros, y tenéis miedo de resentiros por ello; que son mendigos mantenidos por vuestras limosnas, y que, sin embargo, ante vosotros se dan aires de benefactores; que se dirigen a vosotros en el lenguaje del amo al esclavo, y reciben la respuesta en el lenguaje del esclavo al amo; que son adorados por vosotros con la boca, mientras en vuestro corazón (si es que tenéis corazón) os despreciáis a vosotros mismos por hacerlo. El primer hombre fue un hipócrita y un cobarde, cualidades que no han faltado en su linaje; sobre esa base se han construido todas las civilizaciones; ¡Brindad por su perpetuación! ¡Brindad por su aumento!” (p. 124)
EL FORASTERO MISTERIOSO (I)
Madrid, 2016, Alianza Editorial.
“No ganáis nada; siempre termináis donde habíais empezado. Durante un millón de años la raza ha seguido reproduciéndose monótonamente, multiplicando monótonamente, y una y otra vez también monótonamente ha representado esta tontería aburrida. ¿Con qué fin? ¡Ninguna sabiduría puede adivinarlo! ¿Quién se beneficia de ello? Nadie, salvo un grupito de pequeños monarcas usurpadores y nobles que os desprecian; que se sentirían contaminados si los tocarais; que os cerrarían la puerta en las narices si os atreviérais a visitarlos; para quienes trabajáis como esclavos y para quienes lucháis y morís y no sentís vergüenza sino orgullo; cuya existencia es un insulto perpetuo a vosotros, y tenéis miedo de resentiros por ello; que son mendigos mantenidos por vuestras limosnas, y que, sin embargo, ante vosotros se dan aires de benefactores; que se dirigen a vosotros en el lenguaje del amo al esclavo, y reciben la respuesta en el lenguaje del esclavo al amo; que son adorados por vosotros con la boca, mientras en vuestro corazón (si es que tenéis corazón) os despreciáis a vosotros mismos por hacerlo. El primer hombre fue un hipócrita y un cobarde, cualidades que no han faltado en su linaje; sobre esa base se han construido todas las civilizaciones; ¡Brindad por su perpetuación! ¡Brindad por su aumento!” (p. 124)