Henry Kamen
BREVÍSIMA HISTORIA DE ESPAÑA (III)
Barcelona, 2014, Espasa.
“Muchos autores posteriores, ávidos por encontrar a alguien a quien achacar las subsiguientes dificultades que España atravesó, culparon a las dinastías que sucedieron a los Reyes Católicos. El escritor José Cadalso, por ejemplo, sostuvo en la década de 1780 que Fernando e Isabel serían siempre príncipes «inmortales entre cuantos sepan lo que es el gobierno» y que, durante su reinado, la población duplicaba la de la España del siglo XVIII y la española era la nación «más docta de Europa». Aquella era una leyenda sin base alguna de verdad. Frente a aquella situación idílica, según Cadalso, los sucesores de los monarcas trajeron consigo la «decadencia total de las ciencias, artes, milicia, comercio, agricultura y población […] al mismo tiempo que sobre nuestras ruinas iban edificando sus grandezas las demás naciones europeas». Esa estrambótica visión suya, fruto de su nostalgia de un pasado presuntamente perfecto, aunque absolutamente imaginario, fue la misma que influyó en el modo de pensar de los españoles durante siglos (...)” (pp. 75-76)
BREVÍSIMA HISTORIA DE ESPAÑA (III)
Barcelona, 2014, Espasa.
“Muchos autores posteriores, ávidos por encontrar a alguien a quien achacar las subsiguientes dificultades que España atravesó, culparon a las dinastías que sucedieron a los Reyes Católicos. El escritor José Cadalso, por ejemplo, sostuvo en la década de 1780 que Fernando e Isabel serían siempre príncipes «inmortales entre cuantos sepan lo que es el gobierno» y que, durante su reinado, la población duplicaba la de la España del siglo XVIII y la española era la nación «más docta de Europa». Aquella era una leyenda sin base alguna de verdad. Frente a aquella situación idílica, según Cadalso, los sucesores de los monarcas trajeron consigo la «decadencia total de las ciencias, artes, milicia, comercio, agricultura y población […] al mismo tiempo que sobre nuestras ruinas iban edificando sus grandezas las demás naciones europeas». Esa estrambótica visión suya, fruto de su nostalgia de un pasado presuntamente perfecto, aunque absolutamente imaginario, fue la misma que influyó en el modo de pensar de los españoles durante siglos (...)” (pp. 75-76)