Alessandro Baricco
HOMERO, ILÍADA
Barcelona, 2005, Anagrama.
"Todos me conocían. Yo era el hombre más feo que había ido allí, al asedio de Troya: patizambo, cojo, los hombros encorvados y contraídos sobre el pecho, la cabeza picuda, cubierta por una rala pelusa. Era famoso porque me gustaba hablar mal de los reyes, de todos los reyes: los aqueos me escuchaban y se reían. Y, por eso mismo, los reyes de los aqueos me odiaban. Quiero explicaros lo que yo sé, para que así también vosotros comprendáis lo que yo comprendí: la guerra es una obsesión de los viejos, que envían a los jóvenes a librarla." (p. 23)
"Allí, delante de todo el mundo, ese día, me puse a gritar: <<¡Eh, Agamenón! ¿qué demonios quieres, de qué te quejas? Tu tienda está llena de bronce, está llena de mujeres hermosísimas: las que tú eliges cuando nosotros te las ofrecemos después de haberlas raptado de sus casas. ¿Tal vez deseas más oro, ese que los padres troyanos te traen para rescatar a los hijos que nosotros hacemos prisioneros en los campos de batalla? ¿O es una nueva esclava lo que quieres, una esclava para llevártela al lecho, y para guardártela toda para ti? No, no es justo que un jefe lleve a la ruina a los hijos de los dánaos. Compañeros, no seáis cobardes, volvámonos a casa y a ese de ahí dejémoslo aquí, en Troya, disfrutando de su botín, que vea de una vez si le éramos útiles o no. Ha ofendido a Aquiles, que es un guerrero mil veces más fuerte que él. Le ha quitado su parte del botín y ahora lo retiene en su poder. Eso no es cólera, porque si Aquiles en verdad ardiera de cólera, tú Agamenón, no estarías aquí afrentándonos de nuevo.>>" (pp. 26-27)
(El personaje que habla es Tersites. Los dos textos se corresponden con el Canto II, versos 211 a 242 de la "Ilíada" de Homero.)
"Allí, delante de todo el mundo, ese día, me puse a gritar: <<¡Eh, Agamenón! ¿qué demonios quieres, de qué te quejas? Tu tienda está llena de bronce, está llena de mujeres hermosísimas: las que tú eliges cuando nosotros te las ofrecemos después de haberlas raptado de sus casas. ¿Tal vez deseas más oro, ese que los padres troyanos te traen para rescatar a los hijos que nosotros hacemos prisioneros en los campos de batalla? ¿O es una nueva esclava lo que quieres, una esclava para llevártela al lecho, y para guardártela toda para ti? No, no es justo que un jefe lleve a la ruina a los hijos de los dánaos. Compañeros, no seáis cobardes, volvámonos a casa y a ese de ahí dejémoslo aquí, en Troya, disfrutando de su botín, que vea de una vez si le éramos útiles o no. Ha ofendido a Aquiles, que es un guerrero mil veces más fuerte que él. Le ha quitado su parte del botín y ahora lo retiene en su poder. Eso no es cólera, porque si Aquiles en verdad ardiera de cólera, tú Agamenón, no estarías aquí afrentándonos de nuevo.>>" (pp. 26-27)
(El personaje que habla es Tersites. Los dos textos se corresponden con el Canto II, versos 211 a 242 de la "Ilíada" de Homero.)