domingo, 1 de abril de 2012


Vicente Blasco Ibáñez
MARE NOSTRUM
Valencia, 1919, Prometeo.


“Nada importaba que los ideales pareciesen falsos. ¿Dónde está la verdad verdadera y única?... ¿Quién puede demostrar que existe y no es una ilusión?...
Lo necesario era creer en algo, tener esperanza. Las multitudes no se habían movido nunca al impulso de razonamientos y críticas. Sólo se lanzaban adelante cuando alguien hacía nacer en ellas ilusiones y esperanzas. Podían los filósofos buscar inútilmente la verdad á la luz de sus razonamientos. El resto de los hombres preferiría siempre las quimeras ideales, que se transforman en poderosos móviles de acción.
Todas las religiones se desmenuzaban al sufrir un frío examen, y sin embargo producían santos y mártires, verdaderos superhombres de la moral. Todas las revoluciones resultaban defectuosas é ineficaces al quedar sometidas á una revisión científica, y no obstante habían engendrado los mayores héroes individuales, los más asombrosos movimientos colectivos de la Historia.
<<¡Creer!... ¡Soñar! –seguía cantando en su cerebro la voz misteriosa-. ¡Tener un ideal!...>>” (pp. 434-435)