Manuel Fernández Álvarez
PEQUEÑA HISTORIA DE ESPAÑA
Madrid, 2008, Espasa Calpe.
“Lo primero que quiero deciros,
amigos míos, es que ya os podéis imaginar que a lo largo de tantos siglos y
estando dividida España en tantos Reinos tuvo que haber, y los hubo, un montón
de reyes. Tantos que solo la lista de sus nombres marea. Y como tenían la manía
de repetirse, se veían obligados a ponerse un número detrás para no armarse
líos. Fijáos: en Castilla hubo hasta once Alfonsos. (...) Y Pedros también hubo
un montón. Y claro, el gran follón era cuando coincidían los nombres y los
números en un mismo siglo, dado que había varios Reinos. Eso no es una
suposición. Fue una realidad. No tenéis más que recordar que el padre de Isabel
la Católica (...) se llamaba Juan II. Y también el padre de su marido Fernando.
De modo que, ¡otro Juan a mediados del siglo XV! Así que no basta con que
digamos el nombre y el número. También hay que añadir el Reino para salir del
lío: Juan II de Castilla, que no hay que confundir con Juan II de Aragón. El de
Castilla fue el que tuvo como hombre de confianza a un noble muy famoso en su
tiempo: don Álvaro de Luna. Sin él, Juan II no sabía hacer nada. Y eso hasta
tal punto que cuando enviudó de su primera mujer, le pareció bien casarse con
la princesa que le presentó don Álvaro. Era una princesa guapísima, de nombre
Isabel, que don Álvaro había conocido en Portugal. Pero como los reyes son los
reyes y en aquellos tiempos hacían lo que les daba la gana, Juan II se acabó
enfadando con don Álvaro de Luna. ¿Y qué ocurrió? Nada de eso como: <<No te hablo más>>, o pequeñeces por el estilo. Lo mandó degollar en una
plaza de Valladolid. Así, por las buenas.” (pp. 110-11)