lunes, 23 de abril de 2012


Marlon Brando
LAS CANCIONES QUE MI MADRE ME ENSEÑÓ
Barcelona, 1994, Anagrama.


“Después del éxito de Un tranvía, Tennessee escribió otras obras, pero ésta significó el apogeo de su carrera y a partir de entonces en cierto modo escribió trazando círculos, como si no supiera adónde ir. De alguna manera, estaba encerrado. Pero en el momento culminante de su capacidad fue un escritor extraordinario, además de un hombre encantador, sumamente modesto, que hablaba con amabilidad. Kazan lo describió acertadamente como un hombre carente de piel: no tenía piel, era indefenso, vulnerable a todo y a todos, cruelmente honesto, un poeta de alma prístina que padecía una neurosis profundamente arraigada, un hombre amable y sensible destinado a destruirse a sí mismo. Nunca mintió, nunca dijo nada desagradable de nadie y siempre fue ingenioso, pero llevaba una vida desgarrada. Si tuviéramos una cultura capaz de proporcionar apoyo y ayuda adecuados a un hombre de la delicadeza de Tennessee, tal vez podría haber sobrevivido. Era homosexual, pero nada afeminado ni exteriormente agresivo, y jamás intentó conquistar a los actores que trabajaban en sus obras. Si él no lo hubiera dicho, nadie se habría enterado de que era homosexual. Pero algo lo consumía interiormente, algo que al final lo empujó a la muerte.” (pp. 126-127)