Marlon Brando
LAS CANCIONES QUE MI MADRE ME ENSEÑÓ
Barcelona, 1994, Anagrama.
“Después del éxito de Un tranvía,
Tennessee escribió otras obras, pero ésta significó el apogeo de su carrera y a
partir de entonces en cierto modo escribió trazando círculos, como si no
supiera adónde ir. De alguna manera, estaba encerrado. Pero en el momento
culminante de su capacidad fue un escritor extraordinario, además de un hombre
encantador, sumamente modesto, que hablaba con amabilidad. Kazan lo describió
acertadamente como un hombre carente de piel: no tenía piel, era indefenso,
vulnerable a todo y a todos, cruelmente honesto, un poeta de alma prístina que
padecía una neurosis profundamente arraigada, un hombre amable y sensible
destinado a destruirse a sí mismo. Nunca mintió, nunca dijo nada desagradable
de nadie y siempre fue ingenioso, pero llevaba una vida desgarrada. Si
tuviéramos una cultura capaz de proporcionar apoyo y ayuda adecuados a un
hombre de la delicadeza de Tennessee, tal vez podría haber sobrevivido. Era
homosexual, pero nada afeminado ni exteriormente agresivo, y jamás intentó
conquistar a los actores que trabajaban en sus obras. Si él no lo hubiera
dicho, nadie se habría enterado de que era homosexual. Pero algo lo consumía
interiormente, algo que al final lo empujó a la muerte.” (pp. 126-127)