Richard Cohen
CÓMO PIENSAN LOS ESCRITORES (II)
Barcelona, 2018, Blackie Books.
“En uno de sus artículos, Jonathan Franzen confeccionó una lista muy práctica que contenía todo aquello en lo que se fijaba al corregir: «sentimentalismos, narración floja, prosa demasiado lírica, solipsismo, autocomplacencia, misoginia y otros provincianismos, plan de juego estéril, didacticismo manifiesto, simplicidad moral, dificultades innecesarias, obsesiones informativas...» Es una lista que no está nada mal (elaborada en forma de manifiesto como declaración de todo lo que rechaza en su propia obra), a la que se le podría añadir: tener un número excesivo de personajes, fijar un tono o un ritmo inadecuado (demasiado lento o demasiado rápido) y dar explicaciones confusas.
CÓMO PIENSAN LOS ESCRITORES (II)
Barcelona, 2018, Blackie Books.
“En uno de sus artículos, Jonathan Franzen confeccionó una lista muy práctica que contenía todo aquello en lo que se fijaba al corregir: «sentimentalismos, narración floja, prosa demasiado lírica, solipsismo, autocomplacencia, misoginia y otros provincianismos, plan de juego estéril, didacticismo manifiesto, simplicidad moral, dificultades innecesarias, obsesiones informativas...» Es una lista que no está nada mal (elaborada en forma de manifiesto como declaración de todo lo que rechaza en su propia obra), a la que se le podría añadir: tener un número excesivo de personajes, fijar un tono o un ritmo inadecuado (demasiado lento o demasiado rápido) y dar explicaciones confusas.
No solo se puede escribir con una prosa clara y sencilla, pero es lo mejor. William Strunk, en su clásica obra Los elementos del estilo literario, de 1918, dijo: «Una frase no debe contener palabras innecesarias ni un párrafo, frases innecesarias por la misma razón que un dibujo no debe tener líneas innecesarias ni una máquina, partes innecesarias». Gabriel García Márquez solía decir que «la literatura, al fin y al cabo, es como la carpintería.».” (pp. 258-259)