martes, 14 de enero de 2020

Darío Stainszrajber
FILOSOFÍA EN DOCE FRASES (II)
Barcelona, 2019, Ariel.



“Recordé una narración de Primo Levi acerca del azar en la elección de los condenados a muerte y un caso en el cual un oficial nazi había confundido su número de serie al leer la lista de los elegidos para morir ese día. Gracias a ese error otro preso era nominado y él se había salvado, mientras observaba en silencio el rostro de aquel al que el azar ahora había injustamente condenado. Injustamente, qué horror, moralizar el azar en el contexto de la más absoluta amoralidad. Cómo hablar de justicia en relación al azar. Creo que en el relato Levi narra que ambos se miraron en silencio. Mañana igual muero yo, debe haber pensado, pero no. Se salvó.” (p. 157)

“¿El hombre es bueno o malo por naturaleza? Ya la pregunta es capciosa por donde se la analice: ¿hay una naturaleza humana?, ¿hay una naturaleza humana que define una moral?, ¿hay solo dos opciones morales?, ¿está claro el límite entre el bien y el mal?, ¿qué momento de la vida del ser humano representaría la expresión acabada de su naturaleza?, ¿se puede hablar de bien o de mal en su naturaleza?, ¿no es la ley moral, y por eso social, la que determina la separación entre lo bueno y lo malo?, ¿y por qué asociar lo natural con lo originario?, ¿y si es originario no permanece en nosotros?, ¿y por qué asociar lo natural con lo animal?, etcétera.” (p. 157)

“Hay una hipótesis permanente en la filosofía, que atraviesa distintas épocas y diferentes corrientes de pensamiento, y que siempre está marcando algo así como un límite, un umbral que hace posible no solo lo posible sino también lo imposible. Esta hipótesis reza más o menos así: tenemos la capacidad de llevar tan a fondo el cuestionamiento que, entonces, todo puede ser puesto en duda, pero con tanta radicalidad que ni siquiera esto mismo que estoy diciendo podría significar esto mismo que estoy diciendo. La duda voraz que se come incluso a sí misma, dando una sensación de vacío infinito, donde nada es lo que uno cree que es, y donde ni siquiera el que nada sea lo que uno cree que es significa eso mismo. O sea, si queremos, podemos llevar la duda a un extremo tan insoportable como para que todo deje de tener sentido al instante, y todo así se detenga o se resquebraje, o se disuelva sin más.” (p. 204)