Simone Weil
ESCRITOS HISTÓRICOS Y POLÍTICOS (IV)
Madrid, 2007, Trotta.
ESCRITOS HISTÓRICOS Y POLÍTICOS (IV)
Madrid, 2007, Trotta.
“Nuestra época no es la primera de la historia en la que el sentimiento dominante es el desasosiego, la ansiedad, la espera de no se sabe qué, y en la que los hombres creen tener el doloroso privilegio de ser una generación con un destino excepcional. Como la historia ha pasado y ya no se encuentra más que en el papel, se cae fácilmente en el error de pensar que todos los períodos anteriores han sido pacíficos al lado de lo que ahora se vive; igual que los adolescentes de veinte años creen ser siempre los primeros que han experimentado las inquietudes de la juventud. Sin embargo, se puede decir, sin temor a exagerar, que la humanidad en nuestro pequeño rincón de Europa, que desde hace tanto tiempo domina el mundo, atraviesa una crisis profunda y grave. Las grandes esperanzas heredadas de los tres siglos precedentes, y sobre todo del último: esperanza de una difusión progresiva de las luces, esperanza de un bienestar general, esperanza de democracia, esperanza de paz, se están desmoronando con rapidez.
(...)
El sentimiento de seguridad está profundamente afectado. Lo que, por otra parte, no es absolutamente un mal: no puede haber seguridad para el hombre en esta tierra, y el sentimiento de seguridad, más allá de cierto grado, es una ilusión poderosa que todo lo falsea, que vuelve a los espíritus estrechos, limitados, superficiales, neciamente satisfechos; se ha visto de forma suficiente durante el llamado período de prosperidad y se ve todavía en algunas categorías sociales, cada vez más escasas, que se creen protegidas. Pero la ausencia total de seguridad, sobre todo cuando las catástrofes que se pueden temer no tienen medida común con los recursos que podrían procurar la inteligencia, la actividad, el valor, no es tampoco favorable a la salud del alma. Se ha visto cómo, en los países grandes, una crisis económica ha quitado a la generación joven cualquier esperanza de poder entrar jamás en los cuadros de la sociedad, de ganar lo suficiente para vivir, de alimentar una familia. Hay muchas posibilidades de que veamos en poco tiempo a una nueva juventud en el mismo callejón sin salida. Se ha visto, se ve en las condiciones actuales de la producción, que la vejez, y una vejez sin sostén, puede empezar a los cuarenta años para ciertos sectores sociales.
(…)
El trabajo, bajo diferentes formas, ha dejado en gran medida de ser objeto de un verdadero interés.” (pp. 377-378)
[La cita pertenece a “EL DESASOSIEGO DE NUESTRO TIEMPO”, un proyecto de artículo escrito a finales de 1938.]
“La humanidad, en política, consiste no en invocar continuamente principios morales, lo que es generalmente vano, sino en esforzarse por poner en primer plano todos los móviles de orden inferior que son susceptibles, en una situación dada, de actuar en el sentido de los principios morales.” (p. 508)
“Cuando se sabe que es posible matar sin arriesgarse a un castigo ni reprobación, se mata; o al menos se rodea de sonrisas alentadoras a aquellos que matan. Si por casualidad se experimenta primero cierto desagrado, se calla y pronto se lo sofoca por miedo a parecer que se carece de virilidad. Hay ahí una incitación, una ebriedad a la que es imposible resistirse sin una fuerza de ánimo que me parece excepcional, puesto que no la he encontrado en ninguna parte. He encontrado en cambio franceses pacíficos, que hasta ese momento yo no despreciaba, a los que no se les habría ocurrido ir por sí mismos a matar, pero que se sumergían en esa atmósfera impregnada de sangre con un visible placer. Nunca podré sentir por ellos, en el futuro, ninguna estima." ” (p. 525)