Friedrich Nietzsche
MÁS ALLÁ DEL BIEN Y DEL MAL
Madrid, 1977, Alianza Editorial.
“El atractivo del conocimiento sería muy pequeño si en el camino que conduce a él no hubiera que superar tanto pudor.” (p. 91)
“No existen fenómenos morales, sino sólo una interpretación moral de fenómenos...” (p. 99)
“Tener un talento no es suficiente: hay que tener también permiso vuestro para tenerlo, —¿no es así, amigos míos? ” (p. 107)
“¿Qué debe Europa a los judíos? —Muchas cosas, buenas y malas, y sobre todo una que es a la vez de las mejores y de las peores: el gran estilo en la moral, la terribilidad y la majestad de exigencias infinitas, de significados infinitos, todo el romanticismo y sublimidad de las problemáticas morales— y, en consecuencia, justo la parte más atractiva, más capciosa y más selecta de aquellos juegos de colores y de aquellas seducciones que nos incitan a vivir, en cuyo resplandor final brilla —tal vez está dejando de brillar— hoy el cielo de nuestra cultura europea, su cielo de atardecer. Nosotros los artistas entre los espectadores y filósofos sentimos por ello frente a los judíos —gratitud.” (pp. 204-205)
“Hay entre los chinos un proverbio que las madres enseñan ya a sus hijos: siao-sin «¡haz pequeño tu corazón!» Esta es la auténtica tendencia fundamental en las civilizaciones tardías: yo no dudo de que lo primero que un griego antiguo reconocería también en nosotros los europeos de hoy sería el autoempequeñecimiento —con sólo esto «repugnaríamos ya a su gusto».—” (p. 235)
MÁS ALLÁ DEL BIEN Y DEL MAL
Madrid, 1977, Alianza Editorial.
“El atractivo del conocimiento sería muy pequeño si en el camino que conduce a él no hubiera que superar tanto pudor.” (p. 91)
“No existen fenómenos morales, sino sólo una interpretación moral de fenómenos...” (p. 99)
“Tener un talento no es suficiente: hay que tener también permiso vuestro para tenerlo, —¿no es así, amigos míos? ” (p. 107)
“¿Qué debe Europa a los judíos? —Muchas cosas, buenas y malas, y sobre todo una que es a la vez de las mejores y de las peores: el gran estilo en la moral, la terribilidad y la majestad de exigencias infinitas, de significados infinitos, todo el romanticismo y sublimidad de las problemáticas morales— y, en consecuencia, justo la parte más atractiva, más capciosa y más selecta de aquellos juegos de colores y de aquellas seducciones que nos incitan a vivir, en cuyo resplandor final brilla —tal vez está dejando de brillar— hoy el cielo de nuestra cultura europea, su cielo de atardecer. Nosotros los artistas entre los espectadores y filósofos sentimos por ello frente a los judíos —gratitud.” (pp. 204-205)
“Hay entre los chinos un proverbio que las madres enseñan ya a sus hijos: siao-sin «¡haz pequeño tu corazón!» Esta es la auténtica tendencia fundamental en las civilizaciones tardías: yo no dudo de que lo primero que un griego antiguo reconocería también en nosotros los europeos de hoy sería el autoempequeñecimiento —con sólo esto «repugnaríamos ya a su gusto».—” (p. 235)