Simone Weil
ESCRITOS HISTÓRICOS Y POLÍTICOS (II)
Madrid, 2007, Trotta.
ESCRITOS HISTÓRICOS Y POLÍTICOS (II)
Madrid, 2007, Trotta.
“Cuando la muerte impera es cuando el milagro de la obdediencia estalla ante nuestros ojos. Que muchos hombres se sometan a uno solo por miedo a ser matados por él es ciertamente sorprendente; pero ¿cómo comprender que permanezcan sometidos hasta el punto de morir por orden suya? ¿Cómo se mantiene la obediencia cuando supone al menos tantos riesgos como la rebelión?” (p. 111)
“El espíritu humano es increíblemente flexible, pronto a imitar, pronto a plegarse a la circunstancias exteriores. Aquel que obedece, aquel cuyos movimientos, penas y placeres están determinados por la palabra de otro, se siente inferior no por accidente, sino por naturaleza. En el extremo contrario de la escala, el otro se siente igualmente superior, y esas dos ilusiones se refuerzan una a otra. Es imposible al espíritu más heroicamente firme conservar la conciencia de un valor interior cuando esa conciencia no se apoya en nada exterior. El mismo Cristo, cuando se vio abandonado por todos, escarnecido, despreciado, con su vida tenida por nada, perdió por un instante el sentimiento de su misión; ¿qué otra cosa puede significar el grito «Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Les parece a los que obedecen que alguna inferioridad misteriosa los ha predestinado a obedecer desde toda la eternidad; y cada marca de desprecio, aunque sea ínfima, que sufren por parte de sus superiores o de sus iguales, cada orden que reciben, sobre todo cada acto de sumisión que realizan, los confirma en ese sentimiento.” (p. 114)
"La sociedad burguesa está aquejada de una monomanía: la contabilidad. Para ella, nada tiene valor sino lo que se puede cifrar en francos y céntimos. Jamás duda en sacrificar vidas humanas a las cifras que funcionan en el papel, cifras del presupuesto nacional o de los balances industriales. Todos sufrimos un poco el contagio de esta idea fija y nos dejamos hipnotizar igualmente por las cifras. […] Es una deformación de la inteligencia tanto más comprensible cuanto que las cifras son algo claro, que se comprende de inmediato, mientras que las cosas que no se pueden traducir a cifras exigen un mayor esfuerzo de atención. Es más fácil reclamar respecto de la cifra señalada en una hoja de paga que analizar los sufrimientos padecidos en una jornada de trabajo. Por eso la cuestión de los salarios hace olvidar con frecuencia otras reivindicaciones vitales." (pp. 174-175)
“El espíritu humano es increíblemente flexible, pronto a imitar, pronto a plegarse a la circunstancias exteriores. Aquel que obedece, aquel cuyos movimientos, penas y placeres están determinados por la palabra de otro, se siente inferior no por accidente, sino por naturaleza. En el extremo contrario de la escala, el otro se siente igualmente superior, y esas dos ilusiones se refuerzan una a otra. Es imposible al espíritu más heroicamente firme conservar la conciencia de un valor interior cuando esa conciencia no se apoya en nada exterior. El mismo Cristo, cuando se vio abandonado por todos, escarnecido, despreciado, con su vida tenida por nada, perdió por un instante el sentimiento de su misión; ¿qué otra cosa puede significar el grito «Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Les parece a los que obedecen que alguna inferioridad misteriosa los ha predestinado a obedecer desde toda la eternidad; y cada marca de desprecio, aunque sea ínfima, que sufren por parte de sus superiores o de sus iguales, cada orden que reciben, sobre todo cada acto de sumisión que realizan, los confirma en ese sentimiento.” (p. 114)
"La sociedad burguesa está aquejada de una monomanía: la contabilidad. Para ella, nada tiene valor sino lo que se puede cifrar en francos y céntimos. Jamás duda en sacrificar vidas humanas a las cifras que funcionan en el papel, cifras del presupuesto nacional o de los balances industriales. Todos sufrimos un poco el contagio de esta idea fija y nos dejamos hipnotizar igualmente por las cifras. […] Es una deformación de la inteligencia tanto más comprensible cuanto que las cifras son algo claro, que se comprende de inmediato, mientras que las cosas que no se pueden traducir a cifras exigen un mayor esfuerzo de atención. Es más fácil reclamar respecto de la cifra señalada en una hoja de paga que analizar los sufrimientos padecidos en una jornada de trabajo. Por eso la cuestión de los salarios hace olvidar con frecuencia otras reivindicaciones vitales." (pp. 174-175)