Desmond Morris
EL MONO DESNUDO (I)
Barcelona, 1975, Plaza & Janés.
“De esta manera, pues, el mono cazador asumió el papel de carnívoro letal y cambió, en consecuencia, sus costumbres de primate. Ya he sugerido que fueron cambios biológicos fundamentales, más que cambios puramente culturales, y que la nueva especie cambió genéticamente de este modo. Pueden ustedes pensar que esto es una suposición injustificada. Pueden ustedes creer —tal es el poder de la instrucción cultural— que las modificaciones pueden lograrse fácilmente con el adiestramiento y el desarrollo de nuevas tradiciones. Yo dudo de que fuera así. Basta con observar el comportamiento de nuestra especie en la actualidad para comprender que no fue así. El desarrollo cultural nos ha proporcionado crecientes e impresionantes mejoras tecnológicas, pero cuando éstas chocan con nuestras cualidades biológicas fundamentales, tropiezan con una fuerte resistencia. Las normas básicas de comportamiento establecidas en nuestros primeros tiempos de monos cazadores siguen manifestándose en todos nuestros asuntos, por muy elevados que sean. Si la organización de nuestras actividades terrestres —alimentación, miedo, agresión, sexo, cuidados paternales— se hubiesen producido únicamente por medio culturales, no cabe duda de que actualmente la controlaríamos mejor y podríamos desviarla en uno y otro sentido, adaptándola a las crecientes y extraordinarias exigencias de nuestros avances tecnológicos. Pero no hemos hecho nada de esto. Hemos inclinado reiteradamente la cabeza ante nuestra naturaleza animal y admitido tácitamente la existencia de la bestia compleja que se agita en nuestro interior. Si somos sinceros, tendremos que confesar que se necesitarán millones de años, y el mismo proceso genético de selección natural que la originó, para cambiarla. Mientras tanto, nuestras civilizaciones, increíblemente complicadas, podrán prosperar únicamente si las orientamos de manera que no choquen con nuestras básicas exigencias animales, ni tiendan a suprimirlas. Desgraciadamente, nuestro cerebro pensante no está siempre de acuerdo con nuestro cerebro sensitivo. Hay muchos ejemplos que muestran el punto en que se han extraviado las cosas y en que las sociedades humanas se han estrellado o se han embrutecido.” (pp. 33-34)
[Hemos subsanado una errata en el texto que confundía “tácitamente” con “tácticamente”. En el original en inglés la palabra exacta es “tacictly”; ver The Naked Ape, 1967, McGraw-Hill, New York, p. 40. En esta edición en español también es frecuente la garrafal confusión entre las palabras “etnología” y “etología”.]
EL MONO DESNUDO (I)
Barcelona, 1975, Plaza & Janés.
“De esta manera, pues, el mono cazador asumió el papel de carnívoro letal y cambió, en consecuencia, sus costumbres de primate. Ya he sugerido que fueron cambios biológicos fundamentales, más que cambios puramente culturales, y que la nueva especie cambió genéticamente de este modo. Pueden ustedes pensar que esto es una suposición injustificada. Pueden ustedes creer —tal es el poder de la instrucción cultural— que las modificaciones pueden lograrse fácilmente con el adiestramiento y el desarrollo de nuevas tradiciones. Yo dudo de que fuera así. Basta con observar el comportamiento de nuestra especie en la actualidad para comprender que no fue así. El desarrollo cultural nos ha proporcionado crecientes e impresionantes mejoras tecnológicas, pero cuando éstas chocan con nuestras cualidades biológicas fundamentales, tropiezan con una fuerte resistencia. Las normas básicas de comportamiento establecidas en nuestros primeros tiempos de monos cazadores siguen manifestándose en todos nuestros asuntos, por muy elevados que sean. Si la organización de nuestras actividades terrestres —alimentación, miedo, agresión, sexo, cuidados paternales— se hubiesen producido únicamente por medio culturales, no cabe duda de que actualmente la controlaríamos mejor y podríamos desviarla en uno y otro sentido, adaptándola a las crecientes y extraordinarias exigencias de nuestros avances tecnológicos. Pero no hemos hecho nada de esto. Hemos inclinado reiteradamente la cabeza ante nuestra naturaleza animal y admitido tácitamente la existencia de la bestia compleja que se agita en nuestro interior. Si somos sinceros, tendremos que confesar que se necesitarán millones de años, y el mismo proceso genético de selección natural que la originó, para cambiarla. Mientras tanto, nuestras civilizaciones, increíblemente complicadas, podrán prosperar únicamente si las orientamos de manera que no choquen con nuestras básicas exigencias animales, ni tiendan a suprimirlas. Desgraciadamente, nuestro cerebro pensante no está siempre de acuerdo con nuestro cerebro sensitivo. Hay muchos ejemplos que muestran el punto en que se han extraviado las cosas y en que las sociedades humanas se han estrellado o se han embrutecido.” (pp. 33-34)
[Hemos subsanado una errata en el texto que confundía “tácitamente” con “tácticamente”. En el original en inglés la palabra exacta es “tacictly”; ver The Naked Ape, 1967, McGraw-Hill, New York, p. 40. En esta edición en español también es frecuente la garrafal confusión entre las palabras “etnología” y “etología”.]