jueves, 25 de diciembre de 2014



Isaac Asimov
HISTORIA DE LOS EGIPCIOS
Madrid, 1993, Alianza Editorial.


 
“Cuando un pueblo guerrero habituado a vivir en una ruda simplicidad, conquista y ocupa una región civilizada, rápidamente se acostumbra a la comodidad y al lujo y cada vez se vuelve más renuente a complicarse la vida con las dificultades y penalidades de la vida militar. En pocas palabras, cesa de ser guerrero. (Con frecuencia, los historiadores tienden a considerar dicha pérdida del gusto por la guerra como un signo de «decadencia», como si hubiese algo despreciable en no ser un matón y en no desear participar en asesinatos colectivos. Quizá, por el contrario, deberíamos pensar que cuando se cesa de experimentar placer por la guerra es cuando se comienza a ser civilizado y decente).” (p. 78)

“A partir del reinado de Tutmosis I, durante varios siglos, Tebas se convirtió en la ciudad más grande y más suntuosa del mundo, maravillando a todos los que la contemplaron. No debemos despreciar tal embellecimiento como mera vanagloria (si bien esto es una parte importante), pues una capital tan increíblemente refinada no sólo llena al pueblo de orgullo y de un sentimiento de poder, sino que, al mismo tiempo, desanima a los posibles enemigos, ya que éstos juzgan el poder por la magnificencia. Las ciudades magníficamente embellecidas presentan una «imagen» importante y desempeñan un papel en la guerra psicológica. En la época moderna, Napoleón III embelleció París por esta razón y hace unos años las potencias occidentales han promovido deliberadamente —y, por cierto, con notable éxito— la prosperidad de Berlín Occidental al objeto de minar la moral de la Alemania Oriental.” (p. 86)

“Esta ha sido una trampa en la que han caído repetidamente a lo largo de los siglos naciones prósperas y seguras. Los ciudadanos, ricos y acomodados, no ven ninguna utilidad en soportar la dureza de la vida militar, cuando hay extranjeros ansiosos de hacerlo en su lugar por una paga. Es más sencillo darles un poco de dinero, del que hay gran cantidad, que privarse de tiempo y comodidad, de los que nunca hay bastante. Para los gobernantes, además, los mercenarios son preferibles incluso a los soldados nativos, ya que los primeros pueden enfrentarse con mayor seguridad y sin piedad a los desórdenes internos.
   Pero todas sus posibles ventajas son infinitamente inferiores a sus grandes desventajas. En primer lugar, si la nación atraviesa tiempos difíciles y no puede pagar a sus mercenarios, estos soldados pueden saquear alegremente lo que esté a su alcance y provocar mayor terror y peligro en el país que un enemigo invasor. En segundo lugar, cuando los gobernantes comienzan a depender de los mercenarios para sus guerras y de sus guardias de corps, acaban convirtiéndose en instrumentos de estos mercenarios, no pueden dar un paso si aquéllos no lo aprueban y, al final, se ven reducidos a la condición de marionetas o cadáveres. Esto ha sucedido una y otra vez a lo largo de la historia.” (p. 109)


domingo, 21 de diciembre de 2014

Yasmina Khadra
LO QUE SUEÑAN LOS LOBOS
Madrid, 2004, Alianza Editorial.


 
"Creía yo que me merecía algo mejor. Tras aquel papelillo que me había adjudicado un cineasta falto de estrellas, no había parado de soñar con la gloria. Pasaba los mejores momentos de mi vida imaginando que triunfaba, que firmaba autógrafos en todas las esquinas, que iba en un descapotable, con la sonrisa más ancha que el propio horizonte y los ojos tan grandes como mi sed de éxito. Nací un día de tormenta y de desplazamiento de tierras, y crecí sin poner nunca en duda las más disparatadas esperanzas. Estaba convencido de que, antes o después, las luces de las candilejas me arrancarían de entre bastidores y me propulsarían al firmamento. En el colegio sólo soñaba en lo que me parecía que era la consagración. Entre castigo y castigo, seguía con la cabeza en las nubes, sin preocuparme por el enojo de mis profesores ni del aprieto en que ponía a mis padres. Yo era el mal estudiante impenitente, el que frecuentaba el fondo de la clase, con un dedo en la nariz y los ojos en blanco, y sólo me sentía en mi elemento tras las murallas de mis quimeras.” (p. 23)

“La mayoría de mis fieles no han tenido tu suerte. Están ahí porque sus padres estaban ahí, antes que ellos. Nacieron musulmanes y no hacen más que perpetuar la tradición. Tú, en cambio, saliste a buscar otra cosa bajo otros cielos. Tenías sueños, ambiciones. Tenías hambre de vida. Y Dios te ha conducido allí donde querías llegar. Para iluminarte. Has conocido el fasto, el poder, la fatuidad. Ahora sabes que esas extravagancias, esa ostentación alborotadora, sólo sirven para camuflar la fealdad de las vanidades, la miseria moral de quienes se niegan a admitir que un bien mal adquirido jamás es provechoso. Ahora sabes lo que es justo y lo que no lo es. Pues la pobreza no consiste en que te falte el dinero, sino en que te falten las referencias.” (p. 91)

[Las cursivas pertenecen a las citas.] 

 
“Volví a bajar hacia el mar para ver capitular al sol. Al llegar a la cala, el día se inmolaba en sus propias llamas, y las olas, a lo lejos, parecían llagas inmensas.” (p. 94)
Pierre Lemaître
NOS VEMOS ALLÁ ARRIBA
Barcelona, 2014, Salamandra.



“La penuria es algo muy distinto, te acompaña adondequiera que vayas, empaña tu vida entera, la condiciona por completo, te habla al oído a cada instante, se trasluce en cuanto haces. La escasez es aún peor que la miseria, porque en la indigencia es posible conservar la dignidad, mientras que la estrechez te conduce a la mezquindad, a la racanería, te vuelves tacaño, ruin; te envilece, porque frente a ella es imposible permanecer intacto, mantener el orgullo, el amor propio.” (p. 355)

Kurt Vonnegut
GALÁPAGOS
Barcelona, 2005, Minotauro.


“Si se me permite insertar una nota personal en este punto: cuando yo estaba vivo, a menudo recibía consejos de mi propio voluminoso cerebro que, en relación con mi propia supervivencia, o la supervivencia de la raza humana, pueden describirse compasivamente como cuestionables. Ejemplo: hicieron que me inscribiera en el Ejército de los Estados Unidos y fuera a luchar a Vietnam.
Un millón de gracias, voluminoso cerebro.” (p. 39)

“Lo que hacía al matrimonio algo tan difícil en ese entonces era, una vez más, el instigador de tantos otros abrumadores dolores: el exceso de tamaño del cerebro. Esa engorrosa computadora podía sostener tantas opiniones contradictorias sobre tantos temas diferentes al mismo tiempo, y deslizarse de una opinión a otra o de un tema a otro con tanta rapidez, que una discusión entre marido y mujer en estado de tensión podía terminar como una lucha entre gente con los ojos vendados sobre patines de ruedas.” (pp. 76-77)

“Hay otro defecto humano que la Ley de Selección Natural todavía no ha corregido: cuando las gentes de hoy tienen la barriga llena, les pasa exactamente como a sus antepasados de hace un millón de años: son muy lentas para reconocer cualquier dificultad terrible en la que puedan encontrarse. (…) A pesar de todas las computadoras, los instrumentos de medición, los recolectores y evaluadores de noticias, los bancos de memorias, las bibliotecas y expertos sobre esto y aquello, los vientres ciegos y sordos seguían siendo los jueces definitivos acerca de la urgencia de este o aquel otro problema, como, por ejemplo, la lluvia ácida que destruía los bosques de América del Norte y Europa.” (pp. 140-141)

“Ése, se me ocurre, era el aspecto más diabólico de los viejos cerebros voluminosos. Solían decir a sus propietarios, en efecto: «He aquí una locura que quizá podríamos hacer. Nunca la haremos, por supuesto, pero resulta divertido pensarlo».
    Y entonces, como en estado de trance, la gente realmente lo hacía: obligaban a los esclavos a que lucharan a muerte entre ellos en la arena del Coliseo, o quemaban viva a la gente en la plaza pública por tener opiniones localmente impopulares, o edificaban fábricas cuyo único propósito era matar grandes cantidades de gente, o volaban ciudades enteras, etcétera.” (p. 287)


domingo, 30 de noviembre de 2014

Robert Malthus
PRIMER ENSAYO SOBRE LA POBLACIÓN
Madrid, 1988, Alianza Editorial
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“El cuadro de la vida humana que aparece en este ensayo está impregnado de melancolía; pero el autor tiene conciencia de que estos sombríos tintes están en la realidad y no provienen de un estado de espíritu decaído o de un carácter más o menos amargado.” (p. 45)

“Una gran emigración lleva necesariamente implícita alguna forma de infortunio en el país desertado. Pues pocas personas habrá que abandonen sus familias, sus relaciones, sus amigos y su tierra natal para instalarse en un país desconocido y de clima extraño sin que lo justifique una situación de profundo malestar en el lugar en que se encuentran o la esperanza de hallar considerables ventajas en el lugar de destino.” (p. 59)

“Pero si bien es verdad que con sus maniobras desleales los ricos contribuyen con frecuencia a prolongar situaciones particularmente angustiosas para los pobres, no es menos cierto que ninguna forma posible de sociedad es capaz de evitar la acción casi constante de la miseria, bien sea sobre una gran parte de la humanidad, en el caso de existir desigualdad entre los hombres, bien sobre toda ella si todos los hombres fuesen iguales.” (pp. 66-67)

“Pero quienes se preocupan de examinar las estadísticas relativas a la mortalidad infantil observan generalmente que de la totalidad de los niños que mueren cada año, una parte totalmente desproporcionada procede de familias que pueden suponerse incapaces de suministrar a sus hijos la alimentación y los cuidados que requiere la infancia; niños expuestos a toda suerte de penalidades, viviendo en tugurios malsanos y obligados a realizar duros trabajos impropios de su edad. Esta elevada mortalidad entre los hijos de los pobres es patente en todas las ciudades. Ciertamente, no alcanza las mismas proporciones en las zonas rurales, pero la cuestión no ha sido aún estudiada con la suficiente atención para poder afirmar que incluso en el campo el número de niños pobres muertos cada año no es proporcionalmente superior al de los niños de las clases medias o altas. Parece difícil suponer que la mujer de un jornalero agrícola, madre de seis hijos, a quien en ocasiones le falta incluso el pan, va a estar siempre en condiciones de suministrar a todos sus hijos el alimento y las atenciones indispensables para vivir. Los hijos y las hijas de familias campesinas no se asemejan siempre, en la vida real, a esos querubines sonrosados descritos en las novelas. Quienes han vivido bastante en el campo no pueden haber dejado de observar las frecuentes dificultades de crecimiento que sufren los hijos de los campesinos y lo mucho que tardan en alcanzar su madurez. Muchachos que aparentan tener catorce o quince años tienen con frecuencia dieciocho o diecinueve realmente. Y entre los mozos que se ven en el campo arando, lo cual es, sin duda, un ejercicio saludable, son pocos los que tienen buena musculatura, circunstancia que sólo puede ser atribuida a la carencia o insuficiencia de una alimentación sana.” (pp. 88-89)

“Un Alarico, un Atila, un Gengis Khan y los jefes que le rodeaban combatían tal vez por la gloria, por la fama de sus conquistas, pero lo que realmente puso en movimiento la gran marea migratoria del Norte, y lo que continuó impulsándola en diferentes épocas contra China, Persia, Italia e incluso Egipto, fue la escasez de alimentos y la desproporción entre la población y los medios de subsistencia.” (p. 74)

“Sabemos muy bien, por reiteradas experiencias, cuánta miseria y cuántos sufrimientos los hombres pueden soportar en su propio país antes de decidirse a abandonarlo: y cuántas veces las propuestas más tentadoras para marchar a las nuevas colonias han sido rechazadas por gentes que parecían estar a punto de fallecer por inanición.” (p. 169)

“La superioridad de los placeres intelectuales sobre los sensuales reside en que duran más tiempo, tienen mayor amplitud y son menos susceptibles de ser saciados; no en ser más reales y esenciales.” (p. 171)

“De poco serviría entrar en la cuestión de saber si el espíritu es una sustancia distinta de la materia o simplemente una forma más refinada de la misma. Quizá esta cuestión no sea, después de todo, más que una cuestión de palabras.” (p. 253)

“Las inteligencias más agudas se forman a través del esfuerzo de pensamiento original, del empeño por crear nuevas combinaciones, por descubrir nuevas verdades y no recibiendo pasivamente las impresiones de las ideas de otros hombres.” (p. 270)

Ibn Hazm de Córdoba (994-1063)
EL COLLAR DE LA PALOMA
Madrid, 2005, Alianza Editorial.


 
“Suponer que un fenómeno tan humano como es amar ha existido siempre, y siempre con idéntico perfil, es creer erróneamente que el hombre posee, como el mineral, el vegetal y el animal, una naturaleza preestablecida y fija, e ignorar que todo en él es histórico. Todo, inclusive lo que en él pertenece efectivamente a la naturaleza, como son sus llamados instintos.” (p. 18)

“El amor es, como antes insinué, una institución, invento y disciplina humanas, no un primo de la digestión o de la hiperclorhidria.” (p. 21)
[Ambos textos pertenecen al prólogo de Ortega y Gasset que acompaña a la obra. La cursiva es de la propia cita.]

“Esto es particularmente verdad en España. Sus habitantes sienten envidia por el sabio que entre ellos surge y alcanza maestría en su arte; tienen en poco lo mucho que pueda hacer, rebajan sus aciertos y se ensañan, en cambio, con sus caídas y tropiezos, sobre todo mientras vive, y con doble animosidad que en cualquier otro país.” (p. 45)
[La cita de Ibn Hazm aparece en la introducción de Emilio García Gómez.]

“Si la causa del amor fuese no más que la belleza de la figura corporal, fuerza sería conceder que el que tuviera cualquier tacha en su figura no sería amado, y, por el contrario, a menudo vemos que hay quien prefiere alguien de inferior belleza con respecto a otros cuya superioridad reconoce, y que, sin embargo, no puede apartar de él su corazón. Y si dicha causa consistiese en la conformidad de los caracteres, no amaría el hombre a quién no le es propicio ni con él se concierta. Reconocemos, por tanto, que el amor es algo que radica en la misma esencia del alma. 

    El amor, no obstante, tiene a menudo una causa determinada y desaparece cuando esta causa se extingue, pues quien te ama por algo te desama si ese algo se acaba.” (p. 104)

“Me la afean porque tiene rubio el cabello,
y yo les digo: «Ésa es su belleza, a mi juicio.
Yerran quienes vituperan el color de la luz y del oro,
por una necia opinión, del todo falsa.” (p. 139)


“Precisamente, el mérito de la vista consiste en que su esencia es la más alta de todas y la de más subida condición, por cuanto forma parte de la esfera de la luz. Los colores no se perciben sino por ella. Además, nada hay que llegue más lejos ni tenga más remoto alcance, puesto que por ella se perciben los cuerpos de las estrellas, que están en las lejanas esferas del firmamento, y por ella ves los cielos, a pesar de su inmensa alteza y distancia; todo lo cual no obedece sino a su afinidad con ese celeste espejo en cuanto a sus características congénitas.
    El ojo, además, percibe todas estas cosas y llega a ellas instantáneamente, sin etapas ni detención en determinados lugares, ni transmisión de movimientos, lo cual no sucede con ninguno de los otros sentidos, como el gusto y el tacto, que no perciben sino por contacto, o el oído y el olfato, que no perciben sino por aproximación. La prueba de lo que hemos dicho sobre la percepción instantánea de la vista es que tú ves al que emite la voz antes de oír la voz, aunque intentes percibir ambas cosas simultáneamente. Si la percepción de ambos fenómenos fuera simultánea, no se adelantaría la vista al oído.” (p. 145)

“No esperes nada de un inconstante.
Con el inconstante no se puede contar.
Deja el amor del inconstante:
es un préstamo que hay que devolver.” (p. 211)

“Las obras de los hombres nos hablan de su naturaleza.
Conocer la esencia de una cosa te releva de seguirle el rastro.” (p. 216)
J. M. G. Le Clézio
EL DILUVIO
Barcelona, 2008, Seix Barral.



“El horizonte se dibujó al este, con la línea de la costa y la superficie del mar. Las crestas blancas de las olas, lejos y en toda su extensión, empezaron a brillar regularmente. Luego, el agua se hizo más sucia, muy rizada y muy dura, a medida que la luz disolvía la tinta. Los puntos amarillos de los rayos, y los puntos rojos de los faros, brillaron menos brutalmente. Manchas profundas, espesas, terribles, se estrecharon poco a poco, recogidas sobre sí mismas, secándose como charcos. Por encima del mar, las nubes se levantaron de repente, surgiendo muy pálidas de la noche, parecidas a rebaños de elefantes o de búfalos. Minuto tras minuto, sus relieves se acusaban, se ahondaban. Bolas algodonosas colgaban sin moverse en medio de la bóveda celeste, y en sus desgarramientos, se percibían trozos de aire transparente, a medio camino entre el rosa y el gris, donde no había nada. Débilmente, la noche oscilaba hacia el oeste, retirándose, sin tener la apariencia de los objetos aún prisioneros de su baba viscosa. Lo que había sido negro, devenía sombrío, luego gris, luego lechoso, luego muy pálido, y esta misma palidez se retiraba, deslizándose más allá del blanco, como si, despojada de la membrana que la hacía invisible, la tierra no hubiera sido todavía poseída por el color, y flotara, indecisa, entre estas dos violencias, exangüe, casi inexistente. Al otro extremo del horizonte, por encima de la ciudad y de las montañas, había una especie de abismo oscuro, parecido a un embudo, donde la sombra caía con lentitud.” (p. 169)

jueves, 20 de noviembre de 2014


Cormac McCarthy
MERIDIANO DE SANGRE
Barcelona, 2006, Random House Mondadori.

 

“Hay menos alegría en la taberna que en el camino que conduce a ella, dijo el menonita. Se puso en la cabeza el sombrero que sostenía en las manos y giró en redondo y salió por la verja.“ (p. 58)

“Toda la tarde cabalgaron en fila india por las montañas. Un pequeño halcón lanero gris los sobrevoló como si buscara el estandarte de la compañía y descendió hacia la llanura batiendo sus largas y puntiagudas alas. Cruzaron ciudades de arenisca en el crepúsculo de aquel día, dejando atrás castillo y torre del homenaje y atalaya labrada a viento y graneros de piedra al sol y a la sombra. Pisaron marga y terracota y escabrosidades de esquisto cuprífero y cruzaron una vaguada y salieron a un promontorio desde el cual se dominaba una caldera siniestra donde descansaban las ruinas abandonadas de Santa Rita del Cobre.” (p. 143)

“Durante las dos semanas siguientes cabalgaron de noche y no encendieron fuego. Habían arrancado las herraduras a sus caballos y rellenado de arcilla los agujeros de los clavos, y los que aún tenían tabaco usaban sus petacas para escupir dentro y dormían en cuevas y directamente sobre la piedra. Hacían pasar a los caballos por las huellas dejadas al desmontar y enterraban sus heces como los gatos y apenas hablaban entre ellos. Cruzando en plena noche aquellos áridos escollos de grava se los veía inverosímiles y privados de sustancia. Una conjetura que se presiente en la oscuridad por el crujir de los cueros y el tintineo del metal.” (p. 186)

“Da igual lo que los hombres opinen de la guerra, dijo el juez. La guerra sigue. Es como preguntar lo que opinan de la piedra. La guerra siempre ha estado ahí. Antes de que el hombre existiera, la guerra ya le esperaba. El oficio supremo a la espera de su supremo artífice. Así era entonces y así será siempre. Así y de ninguna otra forma.” (p. 299)


Sigmund Freud
EL CHISTE Y SU RELACIÓN CON LO INCONSCIENTE
Madrid, 1979, Alianza Editorial.



“El «placer de disparatar» -como pudiéramos denominarlo abreviadamente- se halla encubierto hasta su completa ocultación en la vida corriente. Para descubrirlo tenemos que colocarnos ante dos casos especiales en los que es aún visible o se hace visible de nuevo: la conducta del niño mientras aprende a manejar su idioma, y la del adulto que se halla bajo los efectos de una acción tóxica. En la época en que el niño aprende a manejar el tesoro verbal de su lengua materna le proporciona un franco placer de «experimentar un juego» (Groos) con este material y une las palabras sin tener en cuenta para nada su sentido, con el único objeto de alcanzar de este modo el efecto placiente del ritmo o de la rima. Este placer va siéndole prohibido al niño cada día más por su propia razón, hasta dejarlo limitado a aquellas uniones de palabras que forman un sentido. Todavía en años posteriores da la tendencia a superar las aprendidas limitaciones en el uso del material verbal muestras de su actividad en el sujeto, haciéndole modificar las palabras por medio de determinados afijos, transformar sus formas merced a dispositivos especiales (reduplicación) o hasta crear, para entenderse con sus camaradas de juego, un idioma especial, esfuerzos todos que después surgen de nuevo en determinadas categorías de enfermos mentales." (pp. 110-111)

"Bajo la influencia del alcohol el adulto se convierte nuevamente en niño, al que proporciona placer la libre disposición del curso de sus pensamientos sin observación de la coerción lógica. Esperamos haber demostrado que las técnicas de contrasentido del chiste corresponden a una fuente de placer. Recordemos ahora únicamente que este placer surge del ahorro de gasto psíquico y de la liberación de la coerción de la crítica.” (pp. 112)

domingo, 16 de noviembre de 2014

Gabriel García Márquez
DOCE CUENTOS PEREGRINOS
Barcelona, 2003, Círculo de Lectores.


“La escritura se me hizo entonces tan fluida que a ratos me sentía escribiendo por el puro placer de narrar, que es quizás el estado humano que más se parece a la levitación.” (pp. 14-15)
[La cita pertenece al prólogo, titulado Por qué doce, por qué cuentos y por qué peregrinos.]

“Pero la verdadera historia de Margarito Duarte había empezado seis meses antes de su llegada a Roma, cuando hubo de mudar el cementerio de su pueblo para construir una represa. Como todos los habitantes de la región, Margarito desenterró los huesos de sus muertos para llevarlos al cementerio nuevo. La esposa era polvo. En la tumba contigua, por el contrario, la niña seguía intacta después de once años. Tanto, que cuando destaparon la caja se sintió el vaho de las rosas frescas con que la habían enterrado. Lo más asombroso, sin embargo, era que el cuerpo carecía de peso.“ (p. 56)

“El tenor Ribero Silva se había ganado el privilegio de que los romanos no se resintieran con sus ensayos tempraneros. Se levantaba a las seis, se daba su baño medicinal de agua helada y se arreglaba la barba y las cejas de Mefistófeles, y sólo cuando ya estaba listo con la bata de cuadros escoceses, la bufanda de seda china y su agua de colonia personal, se entregaba en cuerpo y alma a sus ejercicios de canto. Abría de par en par la ventana del cuarto, aun con las estrellas del invierno, y empezaba por calentar la voz con fraseos progresivos de grandes arias de amor, hasta que se soltaba a cantar a plena voz. La expectativa diaria era que cuando daba el do de pecho le contestaba el león de la Villa Borghese con un rugido de temblor de tierra.” (p. 60)

“Se refería a Cesare Zavattini, nuestro maestro de argumento y guión, uno de los grandes de la historia del cine y el único que mantenía con nosotros una relación personal al margen de la escuela. Trataba de enseñarnos no sólo el oficio, sino una manera distinta de ver la vida. Era una máquina de pensar argumentos. Le salían a borbotones, casi contra su voluntad. Y con tanta prisa, que siempre le hacía falta la ayuda de alguien para pensarlos en voz alta y atraparlos al vuelo. Sólo que al terminarlos se le caían los ánimos. «Lástima que haya que filmarlo», decía. Pues pensaba que en la pantalla perdería mucho de su magia original.” (p. 67) 
[Las tres citas pertenecen al cuento titulado La santa.]


J. M. Mulet
COMER SIN MIEDO
Barcelona, 2014, Destino.


 
“Si nos fijamos en las listas de libros más vendidos, encontraremos que en el apartado de no ficción suelen predominar los libros de cocina y los de dietas de adelgazamiento…, lo que viene a ser como si nos ofrecieran cocaína para ponernos alegres y Valium para dejarnos tranquilitos a la vez.” (p. 17)

“Los insectos forman parte de algunas tradiciones alimentarias en México o en determinadas zonas de Asia. En cambio, a la mayoría de los europeos nos dan asco. Las dietas que incluyen insectos son propias de países con climas muy cálidos. Para empezar, en los climas tropicales solo con escarbar en la raíz de una planta tienes suficientes insectos para comer, sobre todo larvas. En climas más templados o fríos te sale más a cuenta cazar un ciervo o criar una gallina que ir todo el día buscando insectos. Probablemente este sea el origen antropológico de la diferencia.” (p. 41)

“Parece que en toda la historia de la humanidad no ha habido ningún caso de abuela que cocinara mal. Además, esto debe de ser algún efecto genético que los científicos todavía no han descifrado. Hay madres que pueden preparar mejunjes infumables que nos obligan a comer como lentejas o espinacas, pero en el momento en que esa madre es abuela es como si del cielo bajara una lengua de fuego pentecostal y le regalara un título de máster chef por ciencia infusa.” (p. 47) 

   
“Agricultura y ecología son dos términos antagónicos por definición, como una película de David Lynch entendible, un político español honrado o un divorcio amistoso.” (p. 75)

“Si vamos a Europa, el principal productor de agricultura ecológica es el príncipe Carlos de Inglaterra. Si alguien tiene la imagen de que la agricultura ecológica es el abuelo con la azada y el gorro de paja, que se la quite de la cabeza, porque no me lo veo con Camila cavando surcos y el nieto jugando al lado. Aunque, eso sí, va dando conferencias sobre el decrecimiento y diciendo que tenemos que vivir con menos. Él solo tiene tres o cuatro residencias oficiales, tipo Balmoral, Windsor o Buckingham. Todo un ejemplo a seguir.” (pp. 99-100).


“Esta leyenda urbana tiene un origen histórico. Durante la batalla de Inglaterra, en la segunda guerra mundial, los alemanes se dieron cuenta de que sus bombarderos caían abatidos por los cazas de la RAF a pesar de que los ataques se hacían de noche, con el fin específico de evitar el riesgo. Los espías alemanes descubrieron que el alto mando había dado orden de alimentar a los aviadores a base de zanahorias para aumentar su visión nocturna y así poder hacer frente a los bombarderos. Bueno, realmente esa información la hizo circular el alto mando británico, de forma interesada, para despistar a los alemanes (que picaron el anzuelo y se lo tragaron con caña y pescador). Lo que no querían los británicos que supieran los alemanes es que habían desarrollado el radar, y ese era el secreto del éxito de la RAF que impedía los bombardeos nocturnos. No obstante, todavía se sigue oyendo que comer muchas zanahorias mejora la visión nocturna. No es cierto; fue un ardid de la inteligencia británica.” (p. 241)

“La falta de información en temas de alimentación y la proliferación de leyendas urbanas da lugar a paradojas como preocuparnos por si el vino tiene sulfitos, pero no por los catorce grados de alcohol, que es lo peligroso. No queremos que las salchichas tengan nitritos, pero no decimos nada de las grasas saturadas o de los azúcares añadidos (aunque vayan etiquetados como almidón, dextrosa o jarabe de maíz).” (p. 254)

sábado, 11 de octubre de 2014


Kurt Vonnegut
MATADERO CINCO O LA CRUZADA DE LOS NIÑOS
Barcelona, 2009, Anagrama.



“Billy tenía una figura insensata: metro ochenta y ocho de estatura y un pecho semejante a una caja de cerillas.
  No tenía casco, no tenía guerrera, no tenía armas, no tenía botas. Llevaba los pies metidos en unos zapatos de calle baratos −los mismos que había calzado en los funerales de su padre− a uno de los cuales le faltaba el tacón, lo que le hacía andar oscilando arriba-y-abajo, arriba-y-abajo. Este baile involuntario, arriba-y-abajo, arriba-y-abajo, le producía escozor en la articulación de la cadera. Su indumentaria, consistía en una chaqueta deportiva delgada, una camisa, unos pantalones de lana de la que pica, y unos calzoncillos, largos impregnados de sudor.
  Era el único de los cuatro que llevaba barba, una barba erizada y escasa, algunos de cuyos erizados pelos ya eran blancos a pesar de que Billy tenía veintiún años. Además se estaba quedando calvo y el viento, el frío y el ejercicio violento habían dado a su rostro un color carmesí.
  No se parecía en nada a un soldado. Semejaba un mugriento pajarraco.” (pp. 36-37)

“−¿Dónde estoy? −preguntó Billy Pilgrim.
−Atrapado en otro bloque de ámbar, señor Pilgrim. Estamos precisamente donde debemos estar en este instante, a quinientos millones de kilómetros de la Tierra. Y nos dirigimos, por un hilo del tiempo, hacia Tralfamadore. Este viaje quizá nos lleve horas, o tal vez siglos.
−¿Cómo... he llegado hasta aquí?
−Eso, para usted, requeriría otra explicación terrenal. Los terrestres son grandes narradores; siempre están explicando por qué determinado acontecimiento ha sido estructurado de tal forma, o cómo puede alcanzarse o evitarse. Yo soy tralfamadoriano, y veo el tiempo en su totalidad de la misma forma que usted puede ver un paisaje de las Montañas Rocosas. Todo el tiempo es todo el tiempo. Nada cambia ni necesita advertencia o explicación. Simplemente es. Tome los momentos como lo que son, momentos, y pronto se dará cuenta de que todos somos, como he dicho anteriormente, insectos prisioneros en ámbar.
−Eso me suena como si ustedes no creyeran en el libre albedrío −dijo Billy Pilgrim.
−Si no hubiera pasado tanto tiempo estudiando a los terrestres −explicó el tralfamadoriano−, no tendría ni idea de lo que significa «libre albedrío». He visitado treinta y un planetas habitados del universo, y he estudiado informes de otros cien. Sólo en la Tierra se habla de «libre albedrío».“ (pp. 81-82)

“Al tiempo que el coronel británico reparaba el brazo roto de Lazzaro y preparaba el yeso para el escayolado, el oficial alemán tradujo en voz alta algunos párrafos del libro de Howard W. Campbell, Jr. Campbell había sido un escritor teatral bastante conocido en otro tiempo. Decía así:
«América es la nación más rica de la Tierra, pero sus habitantes son extremadamente pobres. Esta condición hace que los americanos estén destinados a odiarse a sí mismos. Según nos decía el humorista americano Kin Hubbatd: "Ser pobre no es ninguna desgracia, pero puede serlo." De hecho es un crimen que haya un solo americano pobre, a pesar de lo cual América es una nación de pobres. Cualquier nación tiene como tradición popular algunas historias de hombres pobres, pero extremadamente sabios y virtuosos, que por ello eran más apreciados que sus congéneres ricos y poderosos. Entre los americanos no sucede así. Se burlan de sí mismos y se envanecen de sus hazañas. Es normal que el más pobre propietario de cualquier bar o restaurante tenga en la pared de su establecimiento un cartel que interpele con crueldad: "Si eres tan listo, ¿por qué no eres rico?"; pero también lo es que a su vez tenga una bandera americana plantada sobre un pisapapeles junto a la caja registradora.» (…)
«El americano, como todo ser humano, cree muchas cosas que obviamente son falsas −continuaba el librito−. De ellas, la más destructiva es su convencimiento de que cualquier americano puede hacer dinero con facilidad. Ignoran lo difícil que es hacerse rico, y, por lo tanto, aquellos que no lo consiguen no cesan de culparse. Y este sentimiento de culpabilidad ha sido de gran utilidad para los ricos y poderosos, que lo han considerado como una excusa para no tener que ayudar en absoluto a los pobres, llegando su desinterés a extremos que quizá no habían sido superados desde los tiempos de Napoleón
«América es una nación de novedades. La más sorprendente de todas, que además no tiene precedentes, es su gran masa de pobres indignos, que no se aman los unos a los otros porque tampoco se aman a sí mismos.»” (pp. 116-117)

“Casualmente, Trout había escrito un libro sobre un árbol que daba dinero. Tenía por hojas billetes de veinte dólares. Sus flores eran bonos del gobierno y sus frutos diamantes. Atraía a los seres humanos, que se mataban los unos a los otros al pie del árbol, fertilizándolo.
Así era.” (p. 148)
Antón P. Chejov
HISTORIA DE UNA ANGUILA Y OTRAS HISTORIAS.
Madrid, 1963, Espasa-Calpe.


 

“Muchos de los lectores conocen el talento extraordinario de Zapoikin para pronunciar discursos e improvisaciones en todas las circunstancias de la vida, como las bodas, aniversarios, entierros. Puede hablar a cualquier hora que convenga, medio dormido, en ayunas, borracho o con fiebre. Habla con extrema facilidad y abundancia, como un chorro de agua que brota de una cañería; en su vocabulario menudean palabras capaces de enternecer a una roca. Sus discursos son siempre elocuentes y largos; a veces, sobre todo en las bodas, hay que acudir a la policía para hacerle callar.” (p. 125)
[La cita pertenece al relato EL ORADOR.]

“El dependiente de la tienda, un francés algo obeso, pone delante de él los revólveres, sonríe respetuosamente y dice:
-Le aconsejo que elija este magnífico revólver sistema Smith y Wessor, el último adelanto de la ciencia. Es de triple acción, sistema central con extractor; alcanza hasta seiscientos pasos. Un revólver de moda… El de más venta; diariamente vendemos docenas que se emplean contra bandidos, lobos y amantes. El disparo es muy justo y fuerte; atraviesa a gran distancia a la mujer y al amante… En cuanto a especialidad para suicidios, no conozco mejor sistema.
El dependiente levanta y baja el gatillo, sopla encima de los cañones, apunta y hierve de entusiasmo. Diríase que él mismo se hubiera gustosamente pegado un tiro si fuese poseedor de aquel arma maravillosa.
-¿Cuál es su precio? –pregunta Sigaef.
-Cuarenta y cinco rublos.
-¡Hum!... Es demasiado caro para mí.
-En tal caso le ofreceré otro sistema más barato. Sírvase mirar por aquí. Tenemos armas para todos los gustos y precios. Por ejemplo, este revólver de sistema Lafoucheux no cuesta más que dieciocho rublos; pero,,, -el dependiente tuerce la boca con desprecio- es un sistema anticuado. Lo compran solamente los proletarios y los histéricos. Está considerado como de mal gusto el suicidarse o matar a su mujer con un revólver semejante… Un hombre que se respete no usa más que el Smith y Wessor.” (pp. 179-180)

[La cita pertenece al relato EL VENGADOR. Suponemos que la edición posee erratas y que el texto se refiere a la marca Smith y Wesson, y no a Smith y Wessor.]
Thomas Mann
LOS BUDDENBROOK
Barcelona, 2005, Edhasa.



“-Nosotros, la burguesía, el tercer Estado, como se nos ha venido llamando hasta ahora, queremos que un noble lo sea solamente por sus méritos; nos negamos a reconocer como a tal a un holgazán y rechazamos la distribución actual en estamentos…, ¡queremos que todos los hombres sean libres e iguales, que nadie esté supeditado a una persona, sino que todos seamos súbditos de una misma ley…! ¡Deben abolirse los privilegios y los despotismos…! ¡Todos hemos de ser hijos del Estado con igualdad de derechos; y de la misma manera que no existe ya mediador alguno entre el profano y Dios, así el burgués no debe admitir obstáculos entre él y el Estado…! ¡Queremos libertad de Prensa, de industria y de comercio…! ¡Queremos que todos los hombres puedan competir mutuamente, sin privilegios, y que sus méritos sean sus coronas…! (…) No puede ser escrita ninguna verdad, ni enseñada, por si se diera el caso de que no coincidiera con el orden de cosas establecido… ¿Comprende usted? La verdad es reprimida, no puede ser expresada… y ¿por qué? Pues porque así lo dispone un poder absurdo…, anacrónico, caduco, que, como sabe todo el mundo, tarde o temprano ha de ser barrido…” (p. 144)

“El director Wulicke era un hombre terrible, y había sucedido al jovial y sociable viejo que falleció alrededor del año setenta y uno y bajo cuyo mandato estuvieron el padre y el tío de Hanno. El doctor Wulicke, que era entonces profesor de un instituto prusiano, le remplazó y con él entró un nuevo espíritu en la escuela. Donde antaño se consideraba la educación clásica como el primordial objetivo, conquistado a fuerza de calma, diligencia y alegre idealismo, habían alcanzado ahora la máxima autoridad las ideas del Imperio. Deber, poder, servicio, carrera y «el imperativo categórico de nuestro filósofo Kant» era la bandera que el director Wulicke desplegaba, amenazadora, en todos sus discursos de solemnidad. La escuela se había convertido en un Estado dentro del Estado, en el cual reinaban la disciplina y la rigidez prusianas hasta el punto de que no ya los maestros, sino también los alumnos, se sentían como una especie de funcionarios sin más finalidad que el propio mejoramiento, pendientes del informe de la potestad suprema. Poco después de la entrada del nuevo director habíase empezado la reconstrucción y modernización del establecimiento, a base de los últimos adelantos en materia de estética e higiene, y todo se había resuelto a pedir de boca. Únicamente cabía preguntarse si antes, con menos perfeccionamientos modernos y un poco más de bondad, alegría, tolerancia y libertad, aquellas aulas no habían sido más simpáticas y eficaces.
Personalmente, el doctor Wulicke tenía mucho de la naturaleza pavorosa, enigmática, ambigua, obstinada y celosa del Dios del Antiguo Testamento. Tan terrible era risueño como encolerizado. La ilimitada autoridad que tenía en sus manos, le hacía extremadamente veleidoso e insondable. Era capaz de decir un chiste y enfurecerse si el interlocutor se reía. Ninguno de sus amedrentados alumnos sabía cómo comportarse ante él. No quedaba otro recurso que admirarle de pies a cabeza. Y, con una humildad sin límites, detener la tremenda cólera justiciera que amenazaba aplastarles.” (p. 714-715)

Antón Chejov
UNA HISTORIA ABURRIDA Y OTROS CUENTOS.
Donostia-San Sebastíán, 2004, Tabula rasa.



“Albergar un mal sentimiento contra las personas corrientes por no ser unos héroes es digno de una persona de mente limitada o enfurecida.” (p. 28)

“Sentado en mi gabinete, inclinado ante una mesa sobre un libro o un preparado está Piotr Ignátievich, hombre trabajador, modesto, pero falto de talento, tiene treinta y cinco años, pero ya está calvo y tripudo. Trabaja desde la mañana hasta la noche, lee infinidad de libros, recuerda perfectamente todo cuanto ha leído y en ese sentido vale lo que pesa, pero en todo lo restante es un caballo de carga o bien, como suele decirse, un sabio zoquete. Los rasgos que diferencian a un caballo de carga de aquellos que poseen talento son los siguientes: su horizonte intelectual es limitado y sólo incluye su especialidad; al margen de ella es como un niño.” (p. 31)
 
“Cuando antes tenía la ambición de comprender a alguien o a mí mismo, tomaba en consideración no los actos, donde todo es convencional, sino los deseos. Dime lo que quieres y te diré quién eres.” (p. 93)
[Las citas pertenecen al relato Una historia aburrida.]

domingo, 28 de septiembre de 2014

Paul Auster
INFORME DEL INTERIOR
Barcelona, 2013, Anagrama.

 

“A los dieciocho intentaste empezar un diario, pero lo dejaste al cabo de dos días, sintiéndote incómodo, cohibido, confuso sobre el propósito de la empresa. Hasta entonces, siempre habías considerado que el acto de escribir era un gesto impulsado de dentro afuera, como tender la mano a otro. Las palabras que escribías estaban destinadas a que las leyera alguien que no eras tú, una carta que deberá leer un amigo, por ejemplo, o un trabajo académico que tendrá que leer el profesor que te ha asignado la tarea, o bien, en el caso de tus poemas y relatos, que leerá una persona desconocida, un ser imaginario. El problema con el diario era que no sabías a quién debías dirigirlo, si estabas hablando contigo mismo o con otro, y en caso de que fuera contigo mismo, qué extraño y desconcertante resultaba, porque ¿para qué molestarse en contarte a ti mismo cosas que ya sabías, por qué tomarte la molestia de repasar cosas que acababas de experimentar?, y si era a otro, ¿quién era esa persona y cómo podía interpretarse como un diario el hecho de dirigirte a ella? Entonces eras demasiado joven para comprender cuánto olvidarías después, y estabas demasiado encerrado en el presente para darte cuenta de que la persona para quien escribías era en realidad tu futuro ser.” (pp. 170-171)

Philip Roth
EL TEATRO DE SABBATH
Madrid, 1997, Alfaguara.


 

“—¿Y tú? —le preguntó—. ¿Me serás fiel? ¿Eso es lo que me sugieres?
—Yo no quiero a nadie más.
—¿Desde cuándo? Veo que estás sufriendo, Drenka. No quiero que sufras, pero no puedo tomarme en serio lo que me pides. ¿Cómo justificas el deseo de imponerme unas restricciones que tú misma nunca te has impuesto? Me pides una fidelidad que nunca te has molestado en ofrecerle a tu marido y que, si hiciera lo que solicitas, seguirías negándole por mi causa. Quieres la monogamia fuera del matrimonio y el adulterio dentro. Tal vez tengas razón y ésa sea la única manera de hacerlo, pero tendrás que buscarte un viejo más recto que yo.” (p. 31)

“Lo que Sabbath detestaba del mismo modo que las personas decentes detestan la palabra joder era el término compartir.”(p. 103)

“Bueno, chicas, los dioses son alarmantes. Es un dios quien te ordena que te cortes el prepucio. Es un dios quien te ordena sacrificar a tu primogénito. Es un dios quien te ordena abandonar a tus padres e irte al desierto. Es un dios quien te envía a la esclavitud. Es un dios quien destruye, el espíritu de un dios desciende para destruir, y no obstante es un dios quien da la vida. ¿Existe algo en toda la creación tan repugnante y fuerte como este dios que da vida? El Dios de la Torá encarna el mundo en todo su horror, así como en toda su verdad. Tenéis que reconocer los méritos de los judíos, con su franqueza realmente infrecuente y admirable. ¿Qué otro pueblo tiene un mito nacional que revele tanto la conducta atroz de su Dios como la suya propia? No tenéis más que leer la Biblia, está todo ahí, los judíos que se descarrían, se vuelven idólatras, asesinan sanguinariamente, y la esquizofrenia de esos dioses antiguos. ¿Cuál es el relato bíblico arquetípico? Una historia de traición. No es más que un engaño tras otro. ¿Y cuál es la voz más grande de la Biblia? La de Isaías. ¡El loco deseo de arrasarlo todo! ¡El loco deseo de salvarlo todo! ¡La voz más grande de la Biblia es la de alguien que ha perdido el juicio! Y ese Dios, ese Dios hebreo... ¡no puedes huir de él! Lo que causa espanto no son sus rasgos monstruosos, pues muchos dioses son monstruos, eso casi parece haber sido un requisito previo, sino que no existe refugio alguno en el que puedas librarte de él. No hay ningún poder que supere al suyo. El rasgo más monstruoso de Dios, amigos míos, es el totalitarismo. ¡Ese Dios vengativo, furioso, ese cabrón que envía castigos, es definitivo!” (p. 312)
Jacques Bergier
LOS LIBROS CONDENADOS
Barcelona, 1976, Plaza & Janés.


 
“Pero la Biblioteca continuó. A pesar de las sucesivas destrucciones de que fue víctima, prosiguió su obra hasta que los árabes la aniquilaron por completo. Y, si lo hicieron, sabían por qué lo hacían. Habían destruido ya, en el propio Islam -y también en Persia- gran número de libros secretos sobre magia, alquimia y astrología. 
    La consigna de los conquistadores era «no hacen falta libros que no sean el Libro», es decir, el Corán. Así, la destrucción total de la biblioteca el 646 d. de J.C. tuvo por objeto, más que la destrucción de los libros condenados, la de los libros en general. El historiador musulmán Abd al-Latif (1160-1231) escribió: «La Biblioteca de Alejandría fue incendiada y destruida por Amr ibn-el-As, por orden del triunfador Omar.» El tal Omar se había opuesto, por otra parte, a que se escribiesen libros musulmanes, siempre siguiendo el principio de que «el libro de Dios nos basta». Era un musulmán recién convertido, extraordinariamente fanático, que odiaba los libros y había destruido muchísimos de ellos en numerosas ocasiones, porque no hablaban del Profeta.” (pp. 35-36)

Thomas Hardy
JUDE EL OSCURO
Madrid, 1972, Alianza Editorial.



“Tal es, y tal era, la hoy olvidada Shaston o Palladour. Debido a su emplazamiento, el gran problema de la ciudad ha sido la falta de agua; y desde toda la vida, según se recuerda, se han visto caballos, asnos y hombres subiendo penosamente por los caminos serpeantes hasta la ciudad, cargados con cubas y barriles que llenan en los pozos abiertos al pie de la montaña, y a los aguadores vendiendo su mercancía al precio de medio penique por cubo.
  Esta dificultad en el suministro de agua, unida a otras dos circunstancias extrañas, a saber: la del camino del cementerio, que tiene una cuesta casi tan empinada como la de un tejado por detrás de la iglesia, y el hecho de que en otro tiempo atravesara el pueblo por un período de corrupción conventual y doméstica, dio pie al dicho de que Shaston era famosa por ofrecer al hombre tres consuelos como no se los podía ofrecer ningún otro lugar del mundo. Era la ciudad donde el cementerio estaba más cerca del cielo que el campanario, donde abundaba más la cerveza que el agua y había más prostitutas que mujeres honradas. Se decía también que de la Edad Media para acá, sus habitantes se habían vuelto tan pobres que no podían pagarse sacerdotes, de ahí que se vieran obligados a echar abajo sus iglesias y prescindir completamente de rendir culto público a Dios, necesidad de la que ellos se lamentaban sentados en la taberna delante de sus vasos. En aquel tiempo parece que a los de Shaston no les faltaba el sentido del humor.” (pp. 252-253)

domingo, 21 de septiembre de 2014

William Faulkner
MIENTRAS AGONIZO
Barcelona, 2000, Anagrama.



“En aquel tiempo solía echarme muchas veces en el camastro del zaguán, a la espera de que todos durmieran, y entonces me levantaba y volvía a buscar el cubo. Normalmente estaba oscuro, muy oscuro; la quieta superficie del agua era un agujero redondo en la nada, y antes de hacerla volver a la vida al agitarla con el cazo quizá veía una estrella o dos en el cubo, e incluso en el mismo cazo cuando me inclinaba sobre él para beber.” (p. 19)

“Recuerdo que cuando yo era joven creía que la muerte era un fenómeno del cuerpo; ahora sé que no es más que una mera función de la mente –y de las mentes de quienes sufren la pérdida–. Los nihilistas dicen que es el final; los fundamentalistas, el principio. Cuando en realidad no es más que un inquilino o una familia que se muda de una casa o una ciudad.” (p. 48)

“De vez en cuando te pones a pensar en ello. No muy a menudo, no. Lo cual es bueno. Porque el Señor quiso que la gente actuara y no se pasara mucho tiempo pensando, porque el cerebro es como una especie de mecanismo: no aguanta mucho tiempo en tensión continua. Le conviene funcionar con normalidad, haciendo el trabajo diario y no utilizando ninguna de sus piezas más de lo necesario. Lo he dicho y lo vuelvo a decir: es lo que le pasa a Darl: piensa demasiado. Cora tiene razón cuando dice que lo que necesita es una esposa que lo enderece. Pero cuando pienso en ello me digo que si el estar casado es lo único que puede ayudar a un hombre, es que el hombre es casi un caso sin remedio. Pero supongo que Cora tiene razón cuando dice que la razón por la que el Señor tuvo que crear a las mujeres es porque el hombre, en lo relativo a lo que le conviene, no sabe ni dónde tiene la mano derecha.” (pp. 71-72)

“Recordaba que mi padre solía decir que la razón para vivir es prepararse para estar muerto mucho tiempo.” (p. 158)

“Como Tío Billy suele decir, un hombre no es tan diferente de un caballo o una mula, a fin de cuentas, salvo en que una mula o un caballo tiene un poco más de sentido común.” (p. 172)

“La gente parece alejarse cada vez más del viejo principio que dice que clavemos bien los clavos y limemos bien las asperezas siempre, como si lo que hacemos lo estuviéramos haciendo para nuestro uso y disfrute. Es como si alguna gente tuviera tablas buenas y pulidas para construir el edificio de un juzgado y otros no tuvieran más que madera basta para levantar un gallinero. Pero es mejor levantar un gallinero bien hecho que construir un juzgado de mala muerte, y cuando los dos se hacen bien o los dos se hacen mal no es el que sea juzgado o gallinero lo que a un hombre le va a hacer sentirse bien o mal.” (pp. 215-216)


Gershom Scholem
LA CÁBALA Y SU SIMBOLISMO
Madrid, 2009, Siglo XXI.



“Según una vieja tradición de la época talmúdica, en cada generación hay treinta y seis justos de los que depende la existencia del mundo. En una acepción mística, esta frase equivale a los «justos ocultos», es decir, aquellos cuyo carácter es ignorado por sus coetáneos e incluso muchas veces por ellos mismos. Nadie sabe, nadie puede saber quiénes son en realidad esos santos sobre los que descansa el mundo. Si desapareciese el anonimato, característica inherente a su ser, ya no serían nada. Uno de ellos es tal vez el Mesías, quien continúa oculto porque los tiempos no son dignos de él.” (p. 7)

“¿Por qué un místico cristiano tiene siempre visiones cristianas y no las de un budista? ¿Por qué un budista ve las figuras de su panteón y no –por ejemplo– la de Jesús o la Virgen? ¿Por qué un cabalista encuentra siempre en su camino hacia la iluminación al profeta Elías y no a un personaje de un mundo que le sea extraño?” (p. 18)

“¿Cuándo ha tenido el pueblo judío mayores oportunidades de realizar el encuentro con su propio genio, con su verdadera y «perfecta naturaleza», que en el horror y la derrota, en la lucha y la victoria de estos últimos años, al efectuar una utópica retirada hacia el interior de su propia historia?” (p. 141)

“Como complemento de lo expuesto (…) deseo hacer una previa presentación de la estructura judía tardía de la leyenda, tal como la describió con visión penetrante Jakob Grimm en el romántico Periódico para eremitas, del año 1808.
«Los judíos polacos modelan, después de recitar ciertas oraciones y de guardar unos días de ayuno, la figura de un hombre de arcilla y cola, y una vez pronunciado el šem hameforaš [“el nombre divino”] maravilloso sobre él, éste ha de cobrar vida. Cierto que no puede hablar, pero entiende bastante lo que se habla o se le ordena. Le dan el nombre de Golem, y lo emplean como una especie de doméstico para ejecutar toda clase de trabajos caseros. Sin embargo, no debe salir nunca de casa. En su frente se encuentra escrito emet [“verdad”], va engordando de día en día y se hace en seguida más grande y fuerte que todos los demás habitantes de la casa, a pesar de lo pequeño que era al principio. De ahí que, por miedo de él, éstos borren la primera letra, de forma que queda sólo met [“está muerto”], y entonces el muñeco se deshace y se convierte en arcilla. Pero hubo una vez uno que, por descuido, dejó crecer tanto a su Golem que ya no podía llegarle a la frente. Movido por un gran miedo, ordenó a su criado que le quitase las botas, pensando que, al doblarse, le podría llegar a la frente. Ocurrió tal como pensaba el dueño, y éste pudo felizmente borrar la primera letra, pero toda la carga de arcilla cayó sobre el judío y lo aplastó.»” (p. 192)

sábado, 30 de agosto de 2014


Harold Bloom
CÓMO Y POR QUÉ LEER
Barcelona, 2000, Círculo de Lectores.



“Leer bien es uno de los mayores placeres que puede proporcionar la soledad, porque, al menos según mi experiencia, es el más saludable desde un punto de vista espiritual. Hace que uno se relacione con la alteridad, ya sea la propia, la de los amigos o la de quienes pueden llegar a serlo. La invención literaria es alteridad, y por eso alivia la soledad. Leemos no sólo porque nos es imposible conocer a toda la gente que quisiéramos, sino porque la amistad es vulnerable y puede menguar o desaparecer, vencida por el espacio, el tiempo, la falta de comprensión y todas las aflicciones de la vida familiar y pasional.” (p. 13)

“No puedo menos que sentirme escéptico ante la tradicional esperanza social que da por sentado que el crecimiento de la imaginación individual ha de conllevar inevitablemente una mayor preocupación por los demás, y pongo en cuarentena toda argumentación que relacione los placeres de la lectura personal con el bien común.” (p. 19)

“Con frecuencia, aunque no siempre nos demos cuenta, leemos en busca de una mente más original que la nuestra.” (p. 22)

“En los cuentos de primer orden, la realidad se vuelve fantástica y la fantasmagoría desconcertantemente mundana. Tal vez sea por eso por lo que hoy en día muchos lectores rehúyen los libros de cuentos y prefieren comprar novelas, incluso si los cuentos son de mucha mayor calidad.” (p. 69)

“Toda la mala literatura es parecida, pero la que merece el calificativo de grande es de una diversidad pasmosa, y los géneros constituyen auténticas divisiones dentro de ella.” (p. 149)

“Contemporáneos exactos (puede que hayan muerto el mismo día), es evidente que Shakespeare había leído el Quijote pero muy improbable que Cervantes hubiese siquiera oído hablar del dramaturgo inglés.” (p. 152) 

“Hay partes de sí mismo que el lector no conocerá totalmente hasta que no conozca lo mejor posible a don Quijote y Sancho Panza.” (p. 158)


Harold Bloom
¿DÓNDE SE ENCUENTRA LA SABIDURÍA?
Madrid, 2006, Santillana.

“Nuestra civilización sigue escindida entre un conocimiento y una estética helenas y una moralidad y religión hebreas. Podríamos decir que la mano de la civilización occidental (y de hecho de gran parte de la oriental) tiene cinco dedos heterogéneos: Moisés, Sócrates, Jesús, Shakespeare y Freud.” (p. 55)

“La enseñanza más profunda de Nietszche, a medida que lo leo, es que el auténtico sentido es doloroso y que el mismo dolor es el sentido.” (p. 264)

“Puede que el siglo XXI esté dominado por guerras religiosas entre algunos elementos del islam y una emergente alianza entre hindúes, judíos y cristianos. (…) La guerra es la más terrible de las necedades y la guerra religiosa es una aterradora manifestación de cómo las ideas se transforman en acontecimientos.” (p. 337)

“La sola lectura no nos salvará ni nos hará sabios, pero sin ella nos hundiremos en la muerte en vida de esta versión simplificada de la realidad que Estados Unidos, como tantas otras cosas, impone al mundo.” (p. 343)


LA SANTA BIBLIA
Madrid, 1976, Ediciones Paulinas.


"Yo, Cohelet, he sido rey de Israel en Jerusalén. Y consagré mi corazón a investigar y a observar por la sabiduría todo lo que se hace bajo los cielos. Es ésta una penosa ocupación que Dios ha dado a los hijos del hombre para que trabajen en ella. He visto todo lo que se hace bajo el sol, y he aquí que todo es vanidad y anhelo de viento. (…) Y me dediqué a conocer la sabiduría y la ciencia, la locura y la necedad, y comprendí que también eso es anhelo de viento. Porque donde hay mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien aumenta la ciencia, aumenta el dolor." (Eclesiastés, 1:12-17; pp. 778-779)


Shan Sa
LA PUERTA DE LA PAZ CELESTE
Barcelona, 2001, Planeta.



“El sol inflamaba una gran extensión de tejas doradas. Pagodas pintadas, torres cargadas de esculturas de dragones, el gigantesco tejado de los palacios por encima de los altos muros de la Ciudad Prohibida se perfilaban majestuosamente. Pero el teniente Zhao sólo vería en ello una opulencia basada en la explotación del pueblo y, por esta razón, no sería seducido por las escalinatas de mármol blanco ni por las columnas de sándalo esculpido. No le gustarían los muros cubiertos de fantásticos frescos, ni los muebles incrustados de oro, ni las colgaduras bordadas antaño por las más hábiles manos de China.” (pp. 17-18)
 
“Unos lejanos gritos atravesaron la noche. Poco a poco, una claridad diáfana invadió el saloncillo. Oyó la agitación alegre y nerviosa de los gorriones en el saledizo. Nacía el día.” (p. 33)

“Día de otoño, 

la alada lluvia  
viene y se va.” (p. 52)

“Las montañas, el bosque, las calles,
los pájaros incluso
dejan de rumorear:
Es la hora,
atraviesas el inmenso bosque de sauces llorones,
para acudir  

a mi sueño.” (p. 57)

“Hoy, por fin, comprendo el error que estuvo a punto de rubricar mi perdición: le pedí demasiado a la vida, pensé que me debía la felicidad y la serenidad. En realidad, la vida no ofrece el bien ni el mal. La felicidad es un fruto que se cultiva y se recoge en el alma. No puede recibirse del exterior.” (p. 72)

“-¿Sabes?, en la cima de cada montaña hay una puerta celeste.” (p. 95)

Elena Alonso Frayle
LA EDAD DE LA ANESTESIA
Zaragoza, 2014, Edelvives.


 
“-Me da la sensación –continuó- de que vive atormentado por la vergüenza de no haber hecho nada. Pero la verdad es que no conoció otra cosa, no tenía muchas alternativas. El Muro ya existía cuando él nació. Llegó a un mundo en el que solo había una versión oficial de la realidad. Él mismo me explica a menudo que la verdadera función del Muro fue la opacidad. En realidad, no era imposible de sortear: no era tan alto que no pudiera ser escalado; uno podía, en teoría, saltar al otro lado y, de hecho, ya sabemos que hubo quien lo consiguió. No, su más temible perversidad no descansaba en su condición de obstáculo físico, sino en su función de blindaje: no permitía a la gente ver lo que ocurría más allá, ni en sentido real ni en sentido figurado. Los dejaba solos, aislados, respirando una y otra vez el mismo aire viciado, enrarecido.” (p. 121)
[La cita se refiere, obviamente, al Muro de Berlín.]

sábado, 16 de agosto de 2014

Haruki Murakami
CRÓNICA DEL PÁJARO QUE DA CUERDA AL MUNDO
Barcelona, 2006, Tusquets.
 


Cuando uno se acostumbra a no conseguir nunca lo que desea, ¿sabes qué pasa? Que acaba por no saber incluso lo que quiere.” (p. 82)

“Pero yo detestaba leer sus escritos, ver su imagen en televisión. Tenía ingenio, sin duda, y también talento. Eso lo reconozco incluso yo. Con cuatro palabras dejaba en un santiamén fuera de combate a su oponente. Poseía un instinto animal para saber a cada instante la dirección del viento que soplaba. Pero cuando escuchabas sus opiniones o leías sus escritos con atención, comprendías enseguida que Noboru Wataya carecía de coherencia. No tenía una visión del mundo asentada en convicciones profundas. Era un mundo construido combinando diversos sistemas superficiales de pensamiento. En un instante podía cambiar a su gusto la combinación según la necesidad del momento. Unas combinaciones y permutaciones intelectuales muy ingeniosas. Tanto, que casi podría calificárselas de artísticas. Pero para mí, si se me permite decirlo, no eran más que un simple juego. La única coherencia en sus opiniones era la sistemática falta de coherencia, y la única visión del mundo era una visión del mundo que no precisaba visión del mundo. Esta vaciedad constituía, paradójicamente, su patrimonio intelectual. Coherencia y una firme visión del mundo no eran necesarias en la lucha operativa intelectual de los medios de comunicación cuyo tiempo se fragmenta en segundos.” (p. 86)

“Para la opinión pública, la coherencia es algo del todo prescindible. Lo que la gente reclama es que aparezca en pantalla una lucha de gladiadores intelectuales, y lo que quiere ver allí es cómo corre, roja, de modo espectacular, la sangre. Que alguien diga el lunes una cosa y la contraria el jueves es algo que no tiene la menor importancia.” (p. 87)

“El amanecer en Mongolia es algo magnífico. En un instante, el horizonte se convierte en una débil línea que flota en la oscuridad y, después, la línea sube más y más. Como si, desde el cielo, se alargara una gran mano que levantase despacio el velo de la noche de la superficie de la tierra. Era una vista sublime. Esa majestuosidad, como he dicho antes, sobrepasaba de lejos los límites de mi conciencia como ser humano. Contemplando el alba, sentí cómo mi vida se desdibujaba poco a poco, diluyéndose en la nada.” (p. 157)