Antonio de Solís (1610-1686)
HISTORIA DE LA CONQUISTA DE MÉJICO (II)
Madrid, 1970, Espasa-Calpe.
“Luego que se tuvo en Méjico noticia de los españoles, cuando el año antes arribó a sus costas Juan de Grijalva, empezaron a verse en aquella tierra diferentes prodigios y señales de grande asombro, que pusieron a Motezuma en una como certidumbre de que se acercaba la ruina de su imperio, y a todos sus vasallos en igual confusión y desaliento. Duró muchos días un cometa espantoso, de forma piramidal, que descubriéndose a la media noche, caminaba lentamente hasta lo más alto del cielo donde se deshacía con la presencia del sol.
HISTORIA DE LA CONQUISTA DE MÉJICO (II)
Madrid, 1970, Espasa-Calpe.
“Luego que se tuvo en Méjico noticia de los españoles, cuando el año antes arribó a sus costas Juan de Grijalva, empezaron a verse en aquella tierra diferentes prodigios y señales de grande asombro, que pusieron a Motezuma en una como certidumbre de que se acercaba la ruina de su imperio, y a todos sus vasallos en igual confusión y desaliento. Duró muchos días un cometa espantoso, de forma piramidal, que descubriéndose a la media noche, caminaba lentamente hasta lo más alto del cielo donde se deshacía con la presencia del sol.
Viose después en medio del día salir por el Poniente otro cometa o exalación a manera de una serpiente de fuego con tres cabezas, que corría velocísimamente hasta desaparecer por el horizonte contrapuesto, arrojando infinidad de centellas que se desvanecían en el aire.
La gran laguna de Méjico rompió sus márgenes, y salió impetuosamente a inundar la tierra, llevándose tras sí algunos edificios con un género de ondas que parecían herbores, sin que hubiese avenida o temporal a que atribuir este movimiento de las aguas. Encendióse de sí mismo uno de sus templos; y sin que se hallase el origen o la causa del incendio, ni medio con que apagarle, se vieron arder hasta las piedras..., y quedó todo reducido a poco más que ceniza. Oyéronse en el aire por diferentes partes voces lastimosas que pronosticaban el fin de aquella monarquía; y sonaba repetidamente el mismo vaticinio en las respuestas de los ídolos, pronunciando en ellos el demonio lo que pudo conjeturar de las causas naturales que andaban movidas; o lo que entendería quizá el autor de la naturaleza, que algunas veces le atormenta con hacerle instrumento de la verdad. Trajéronse a la presencia del rey diferentes monstruos de horrible y nunca vista deformidad, y denotaban grandes infortunios; que a su parecer contenían significación, y si se llamaron monstruos de lo que demuestran, como lo creyó la antigüedad que los puso este nombre, no era mucho que se tuviesen por presagios entre aquella gente bárbara, donde andaban juntas la ignorancia y la superstición.
Dos casos muy notables refieren las historias que acabaron de turbar el ánimo de Motezuma, y no son para omitidos, puesto que no los desestiman el padre José de Acosta, Juan Botero y otros escritores de juicio y autoridad. Cogieron unos pescadores cerca de la laguna de Méjico un pájaro monstruoso de extraordinaria hechura y tamaño, y dando estimación a la novedad, se le presentaron al rey. Era horrible su deformidad, y tenía sobre la cabeza una lámina resplandeciente a manera de espejo, donde reverberaba el sol con un género de luz maligna y melancólica. Reparó en ella Motezuma, y acercándose a reconocerla mejor, vio dentro una representación de la noche, entre cuya oscuridad se descubrían algunos espacios de cielo estrellado, tan distintamente figurados, que volvió los ojos al sol como quien no acababa de creer el día; y al ponerlos segunda vez en el espejo, halló en lugar de la noche otro mayor asombro, porque se le ofreció a la vista un ejército de gente armada que venía de la parte del Oriente haciendo grande estrago en los de su nación. Llamó a sus agoreros y sacerdotes para consultarles este prodigio, y el ave estuvo inmóvil hasta que muchos de ellos hicieron la misma experiencia; pero luego se les fue, o se les deshizo entre las manos, dejándoles otro agüero en el asombro de la fuga.” (pp. 81-82; Libro Segundo, cap. IV.)
Dos casos muy notables refieren las historias que acabaron de turbar el ánimo de Motezuma, y no son para omitidos, puesto que no los desestiman el padre José de Acosta, Juan Botero y otros escritores de juicio y autoridad. Cogieron unos pescadores cerca de la laguna de Méjico un pájaro monstruoso de extraordinaria hechura y tamaño, y dando estimación a la novedad, se le presentaron al rey. Era horrible su deformidad, y tenía sobre la cabeza una lámina resplandeciente a manera de espejo, donde reverberaba el sol con un género de luz maligna y melancólica. Reparó en ella Motezuma, y acercándose a reconocerla mejor, vio dentro una representación de la noche, entre cuya oscuridad se descubrían algunos espacios de cielo estrellado, tan distintamente figurados, que volvió los ojos al sol como quien no acababa de creer el día; y al ponerlos segunda vez en el espejo, halló en lugar de la noche otro mayor asombro, porque se le ofreció a la vista un ejército de gente armada que venía de la parte del Oriente haciendo grande estrago en los de su nación. Llamó a sus agoreros y sacerdotes para consultarles este prodigio, y el ave estuvo inmóvil hasta que muchos de ellos hicieron la misma experiencia; pero luego se les fue, o se les deshizo entre las manos, dejándoles otro agüero en el asombro de la fuga.” (pp. 81-82; Libro Segundo, cap. IV.)