Wade Davis
EL RÍO: exploraciones y descubrimientos en la selva amazónica (VI)
Valencia, 2005, Pre-Textos.
“Se había encontrado que la coca contenía tan impresionante cantidad de vitaminas y minerales que […] la comparaba con el contenido nutricional promedio de cincuenta alimentos consumidos regularmente en América del Sur. La hoja de coca superaba el promedio en calorías, proteínas, carbohidratos y fibra. Tenía más calcio, fósforo, hierro, vitamina A y riboflavina, hasta el punto de que cien gramos de las hojas, el consumo diario promedio de un coquero de los Andes, mas que satisfacía el complemento dietético diario de esos nutrientes, así como de vitamina E. La cantidad de calcio en las hojas era extraordinaria, más de la que se sabía de cualquier otra planta comestible, algo de suma importancia porque hasta la llegada de los españoles no había productos lácteos en los Andes, y aún hoy se consume muy poca leche. El alto nivel de calcio sugería que la coca podía haber sido un elemento esencial de la dieta tradicional, sobre todo de las mujeres lactantes.
Había, sin embargo, noticias aún más importantes. Los andinos a menudo toman la coca después de las comidas y explican que las hojas, que consideran una sustancia «caliente», equilibran la esencia «fría» de las papas que son la base de su dieta. A Rod Burchard, un antropólogo de la Universidad de Indiana, le interesó esta asociación y decidió investigarla. Su estudio, acabado de completar, sugería que la coca ayuda a regularizar el mecanismo de la glucosa y que posiblemente aumenta la capacidad del cuerpo de ingerir carbohidratos a grandes alturas. […] las hojas de la coca no son una droga sino un alimento y un estimulante suave, esencial en la adaptación de los pueblos de los Andes.” (pp. 501-502)
EL RÍO: exploraciones y descubrimientos en la selva amazónica (VI)
Valencia, 2005, Pre-Textos.
“Se había encontrado que la coca contenía tan impresionante cantidad de vitaminas y minerales que […] la comparaba con el contenido nutricional promedio de cincuenta alimentos consumidos regularmente en América del Sur. La hoja de coca superaba el promedio en calorías, proteínas, carbohidratos y fibra. Tenía más calcio, fósforo, hierro, vitamina A y riboflavina, hasta el punto de que cien gramos de las hojas, el consumo diario promedio de un coquero de los Andes, mas que satisfacía el complemento dietético diario de esos nutrientes, así como de vitamina E. La cantidad de calcio en las hojas era extraordinaria, más de la que se sabía de cualquier otra planta comestible, algo de suma importancia porque hasta la llegada de los españoles no había productos lácteos en los Andes, y aún hoy se consume muy poca leche. El alto nivel de calcio sugería que la coca podía haber sido un elemento esencial de la dieta tradicional, sobre todo de las mujeres lactantes.
Había, sin embargo, noticias aún más importantes. Los andinos a menudo toman la coca después de las comidas y explican que las hojas, que consideran una sustancia «caliente», equilibran la esencia «fría» de las papas que son la base de su dieta. A Rod Burchard, un antropólogo de la Universidad de Indiana, le interesó esta asociación y decidió investigarla. Su estudio, acabado de completar, sugería que la coca ayuda a regularizar el mecanismo de la glucosa y que posiblemente aumenta la capacidad del cuerpo de ingerir carbohidratos a grandes alturas. […] las hojas de la coca no son una droga sino un alimento y un estimulante suave, esencial en la adaptación de los pueblos de los Andes.” (pp. 501-502)