jueves, 13 de julio de 2017

Mike Dash
LA TRAGEDIA DEL BATAVIA (II)
Barcelona, 2003, Lumen.



“La sequía se prolongó un cuarto día, y después un quinto, y la agonía de los supervivientes siguió intensificándose. Sin agua, sus cuerpos se deshidrataron rápidamente; transcurrido un día aproximadamente, la saliva se les espesó hasta convertirse en una desagradable pasta, y poco después dejaron de segregarla. A partir de ese momento, los síntomas solo empeoraron: la lengua se les endureció y se les inflamó; se les agrietaron los párpados, sus ojos derramaban lágrimas de sangre. La garganta se les resecó de tal manera que incluso dificultaba la respiración.” (p. 216)