Paul Feyerabend
ADIÓS A LA RAZÓN (I)
Madrid, 1992, Tecnos.
“...es que precisamente en esta problemática es donde las ciencias se asemejan a las artes. O, para expresarlo de una forma algo paradójica, la ciencia en su mejor aspecto, es decir, la ciencia en cuanto es practicada por nuestros grandes científicos, es una habilidad, o un arte, pero no una ciencia en el sentido de una empresa «racional» que obedece estándares inalterables de la razón y que usa conceptos bien definidos, estables, «objetivos» y por esto también independientes de la práctica. O, para utilizar una terminología tomada del gran debate sobre la distinción entre «Geisteswissenschaften» (Ciencias del espíritu) y «Naturwissenschaften» (Ciencias de la naturaleza), no existen «ciencias» en el sentido de nuestros racionalistas; sólo hay humanidades. Las «ciencias» en cuanto opuestas a las humanidades sólo existen en las cabezas de los filósofos cabalgadas por los sueños." p 32).
[Las cursivas pertenecen a los textos.]
“Según Kant, la ilustración se realiza cuando la gente supera una inmadurez que ellos mismos se censuran. La ilustración del siglo XVIII hizo a la gente más madura ante las iglesias. Un instrumento esencial para conseguir esta madurez fue un mayor conocimiento del hombre y del mundo. Pero las instituciones que crearon y expandieron los conocimientos necesarios muy pronto condujeron a una nueva especie de inmadurez. Hoy se acepta el veredicto de científicos o de otros expertos con la misma reverencia propia de débiles mentales que se reservaba antes a obispos y cardenales, y los filósofos, en lugar de criticar este proceso, intentan demostrar su «racionalidad» interna.” (p. 60; nota 36.)
“Es fácil soñar con teorías grandiosas sobre la naturaleza humana y la sociedad, y es igualmente fácil ridiculizar tales teorías comparándolas con la inagotable riqueza de la realidad y con la infinita variedad de deseos, ideas, sentimientos y aspiraciones del hombre. Pero después, la dimensión crítica de las teorías queda reemplazada, no por un esquema mejor o por ideas más sofisticadas, sino una vez más por la acción.” (p. 78)
ADIÓS A LA RAZÓN (I)
Madrid, 1992, Tecnos.
“...es que precisamente en esta problemática es donde las ciencias se asemejan a las artes. O, para expresarlo de una forma algo paradójica, la ciencia en su mejor aspecto, es decir, la ciencia en cuanto es practicada por nuestros grandes científicos, es una habilidad, o un arte, pero no una ciencia en el sentido de una empresa «racional» que obedece estándares inalterables de la razón y que usa conceptos bien definidos, estables, «objetivos» y por esto también independientes de la práctica. O, para utilizar una terminología tomada del gran debate sobre la distinción entre «Geisteswissenschaften» (Ciencias del espíritu) y «Naturwissenschaften» (Ciencias de la naturaleza), no existen «ciencias» en el sentido de nuestros racionalistas; sólo hay humanidades. Las «ciencias» en cuanto opuestas a las humanidades sólo existen en las cabezas de los filósofos cabalgadas por los sueños." p 32).
[Las cursivas pertenecen a los textos.]
“Según Kant, la ilustración se realiza cuando la gente supera una inmadurez que ellos mismos se censuran. La ilustración del siglo XVIII hizo a la gente más madura ante las iglesias. Un instrumento esencial para conseguir esta madurez fue un mayor conocimiento del hombre y del mundo. Pero las instituciones que crearon y expandieron los conocimientos necesarios muy pronto condujeron a una nueva especie de inmadurez. Hoy se acepta el veredicto de científicos o de otros expertos con la misma reverencia propia de débiles mentales que se reservaba antes a obispos y cardenales, y los filósofos, en lugar de criticar este proceso, intentan demostrar su «racionalidad» interna.” (p. 60; nota 36.)
“Es fácil soñar con teorías grandiosas sobre la naturaleza humana y la sociedad, y es igualmente fácil ridiculizar tales teorías comparándolas con la inagotable riqueza de la realidad y con la infinita variedad de deseos, ideas, sentimientos y aspiraciones del hombre. Pero después, la dimensión crítica de las teorías queda reemplazada, no por un esquema mejor o por ideas más sofisticadas, sino una vez más por la acción.” (p. 78)